En Marea cerró sus primarias para confeccionar las listas electorales para las elecciones autonómicas del 25 de septiembre. Y lo hizo con la duda sobre el grado de pluralidad y cohesión que emanará de la decisión de sus bases y con quejas en la última jornada -este jueves- sobre las dificultades para votar presencialmente de parte de los inscritos en el nuevo sujeto político que aspira a liderar la alternativa al PP de Alberto Núñez Feijóo.
El desgaste de la fase negociadora entre la coordinadora de En Marea y Podemos ha dejado algunas cicatrices que podrían abrirse durante los próximos cuatro años, según temen varias voces consultadas en el nuevo partido. Los podemitas aceptaron a última hora aparcar sus siglas y diluirse en la colación, pero en la campaña interna abogaron por lograr un Podemos "fuerte", en palabras de Pablo Echenique, secretario de Organización de la formación morada, dentro de la Cámara gallega. Parte de sus socios recelan de esa idea, si bien todas las fuerzas pidieron el voto para sus afines. Temen que si la presencia de cargos de Podemos que rechazaban una unión bajo esta fórmula, como la secretaria general de Podemos Galicia, Carmen Santos, es amplia, existirá riesgo de que puedan organizarse internamente en el grupo parlamentario. Consideran probable que se reproduzcan las escisiones de AGE, que perdió tres diputados de nueve en la pasada legislatura por sus crisis internas.
Este viernes se conocerá el resultado de un proceso en el que podían votar alrededor de 23.000 personas: 14.000 de Podemos y más de 8.800 de En Marea. La coordinadora de En Marea defendió que el proceso cuenta con "las máximas garantías", tras quejas por la posibilidad de votar dos veces de quienes están inscritos en ambas listas, aunque el partido aseguró que existía control sobre esos hechos.