La campaña electoral para las autonómicas del 25 de septiembre es una excelente oportunidad para cambiar el rumbo asfixiante del debate político y volver a mirada hacia los asuntos que de verdad interesan a los ciudadanos.
El clima crispado de la legislatura que tocó a su fin ha irritado hasta el extremo en estos cuatro años las relaciones entre el Gobierno gallego y la oposición y ha llenado de ruido y de esperanza editoriales, artículos de opinión y tertulias radiofónicas. Y lo que es peor, ha rebajado a límites hasta ahora desconocidos el prestigio de los dirigentes políticos.
Ahora, en esta campaña, tienen una excelente oportunidad de mostrar otra cara ante la ciudadanía: la de personas capaces de ofrecer proyectos ilusionantes para Galicia o soluciones imaginativas para problemas reales que de verdad preocupan a la gente.
Existe la percepción de que los partidos se observan de reojo para que nadie traspase la delgada línea que separa estos días lo institucional de lo electoral.
Salvo algunos casos polémicos puntuales, el ambiente político parece lo más propicio para facilitar un debate sereno de modo que las ideas, los proyectos y las ofertas de los partidos lleguen al gran público. Sin embargo, esta calma puede ser solo aparente pues resultará inevitable pasear en campaña algunas frivolidades políticas, como los diferentes casos de corrupción o el mirar para otro lado de los partidos ante los chorizos en sus filas.
Aunque lo que realmente está en juego el 25-S es la estabilidad política de Galicia, existe otra cuestión: lograr entusiasmar a la ciudadanía para que acuda a las urnas.