Nada ha cambiado desde el 20-D. Son tiempos de golpes de pecho en las cúpulas de los partidos políticos que, al perder un mínimo de las poltronas y el clientelismo acumulado durante décadas, ahora se proclaman apologistas de la "regeneración democrática" que el ciudadano no puede apreciar porque se trata de una fútil declaración de intenciones.
Una de las pruebas fehacientes de esta necrosis institucional es el cementerio de elefantes en el que se ha convertido el Senado. El incipiente debate sobre una eventual reforma constitucional, si al final se forma gobierno, es aún tan vacuo como difuso, pero en cualquier caso vuelve a obviar el papel del Senado.
Como ya antes hicieron otros socialistas con pedigrí, que dejaron de serlo para convertirse en simples "perros de palleiro", como por aquí se conoce a esos canes, ahora le tocaba al exportavoz Méndez Romeu. Porque el perder las primarias para aspirar a la presidencia de la Xunta, Romeu quería un retiro dorado.
Pero no puede ser. Porque Leiceaga y Cancela "no perdonan", y porque a Pose aún se le debe el trabajo prestado. El interés personalista ha metido al PSOE en otro berenjenal del que saldrá debilitado de cara a las autonómicas.
De lo que no se acaban de enterar las mentes preclaras del socialismo galaico es que la ideología deber ser una herramienta para hacer política, no un medio en beneficio partidista, y menos una agencia de colocación para perdedores como Romeu o agradecidos, como Pose. Así es el "regenerado" PSdeG, convertido en una agencia de colocación.