Feijóo puede estar tranquilo con vistas a las elecciones gallegas de otoño. El todos contra el PP no ha calado, y los gallegos han vuelto a renovar la confianza en la formación conservadora. Aunque la jornada del 26-J no clarifica el futuro político de España, sí ofrece algunas claves para interpretar cómo están evaluando los ciudadanos esta insólita situación de falta de mayorías con capacidad de crear un Gobierno.
La conclusión general es que España votó de nuevo a favor del diálogo y de los pactos. Los partidos están obligados, de manera ineludible e inaplazable, a conseguir la formación de un Gobierno. Sería inaceptable otra tercera "vuelta" y muy grave el castigo que sufriría el sistema democrático.
Tras seis meses de inacción, los ciudadanos han buscado soluciones en el bipartidismo. PP y PSOE recuperan protagonismo quizá porque se ha comprobado que las formaciones emergentes carecen, al menos de momento, del poso suficiente para ofrecer soluciones creíbles y reales de la situación del país.
En Galicia, el PP suma dos escaños más. Con 12 actas, de las 23 en juego, los populares logran la mayoría absoluta en su feudo natural. El PSOE, pese a todos los líos internos, mantiene los mismos diputados que el 20-D. El batacazo de la jornada se lo llevó En Marea, que pierde un escaño. Lo mismo que Ciudadanos, que se queda sin su único diputado. Y la ciudadanía le ha vuelto a dar la espalda a un BNG que se queda otra vez fuera del Congreso. Lo dicho, Feijóo pude estar tranquilo.