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Año perdido

El PSdeG ya es u partido bisagra, y la nueva casta emergente quiere reinterpretar la democracia sin creer en la democracia.

Se cumple un año de la cita con las urnas para las elecciones municipales, con la irrupción de un frente populista, que ha dejado un mapa municipal inquietante para la estabilidad de las instituciones, la prosperidad de los ciudadanos y la recuperación de la economía: Coruña, Santiago y Ferrol, son el símbolo de esa convulsión.

Los socialistas vendieron lo que sucedió en mayo el 13 de junio, cuando se constituyeron las corporaciones locales en Galicia, como una victoria del cambio que salió de las urnas, pero saben que no es verdad.

En este novedoso escenario, la izquierda radical se benefició de una política de acuerdos motivados por el objetivo común de desbancar al PP de los que el PSOE tendrá que responsabilizarse. De hecho, la ciudadanía ya le ha pasado factura el 20-D; seguramente lo volverá a hacer el 26-J, sin olvidarnos de las autonómicas de otoño.

El caso es que el PSdeG se abrazó a un acuerdo de perdedores hasta quedar diluido en una macedonia de siglas, y renunció, de facto, a ser un partido de alternativa para convertirse en una formación bisagra de la izquierda. No es buena noticia para el PSdeG, pero tampoco para Galicia, y alguien en el socialismo gallego debería reflexionar sobre ello.

El definitiva, fue un año perdido, en el que una casta emergente pretende reinterpretar la democracia sin creer en la democracia.

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