Menos de tres semanas. Ese es el tiempo que tiene Feijóo para ser reelegido presidente del PPdeG y, por supuesto, que ponga fin a un proceso de renovación en el partido. Seis meses después, si no hay ese adelanto electoral tan deseado por la oposición y que no se percibe por ahora, intentará repetir por tercera vez como presidente de la Xunta. Pero antes tendrá que ganar los comicios autonómicos. Esta es la hoja de ruta de Feijóo para cerrar la incertidumbre e inestabilidad política e institucional.
Mientras, aunque con las vistas puestas en la irritante situación de incertidumbre en el escenario político español, las demás formaciones gallegas engrasan ya sus maquinarias para afrontar las próximas elecciones autonómicas, previstas en principio para el mes de octubre. Unos comicios reñidos y en los que Feijóo si quiere gobernar tendrá que obtener mayoría absoluta.
Aunque aún queda por culminar parte del proceso interno para la formación de la nueva dirección del PPdeG, a nadie le habrá causado sorpresa que los populares gallegos revaliden su confianza en Feijóo para resolver los problemas más importantes que tiene por delante Galicia. Y también los del partido.
A nadie se le escapa tampoco que la elección de Feijóo para presidir el PPdeG no es en absoluto casual y supone un gesto cargado de simbolismo para el partido y su militancia. Porque, por mucho que digan, Feijóo es, hoy por hoy, el único aval que tiene el PPdeG.