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La juez

No ha sido De Lara quien acabó con las aspiraciones de Besteiro. Ha sido el propio Besteiro quien se ha valido de la política para sus cosas.

Inasequible al cansancio y por supuesto al desaliento, Pilar de Lara sigue recorriendo la Galicia gravemente herida por la corrupción. La juez, que ha imputado a un buen número de políticos presuntamente fulleros, lleva años en la tarea de investigar lo que va quedando de aquella Galicia que pasó del caciquismo clásico a una alarma social provocada por los escandalosos casos de corrupción.

A De Lara le ha tocado pasar revista a una nutrida lista de políticos sospechosos y sinvergüenzas, que se han incrementado desde que empezó con el sumario de la operación Pokémon, al que han seguido los casos Garañón y Pulpo, entre otros.

Muchos municipios, grandes, medianos, pequeños o aislados, parecían inmunes a las tramas de corrupción, pero no ahora, sino desde hace un tiempo, muchos creen que el problema ha llegado a su puerta. Y crispa, de sobremanera, que los partidos tienen sus propios enfangados hasta los ojos. Pero no hacen nada.

Ahora, cuando acabamos de entrar en la primavera, acaba de explotar -más, si cabe- el inconfundible olor nauseabundo de la corrupción, y desde el PSOE gallego ya se proyecta minuciosamente una campaña de acoso y derribo sobre la juez De Lara.

La campaña no se ha hecho esperar. Y todo porque la juez ha imputado hasta diez veces al secretario general del PSdeG, por presuntos delitos muy graves. No nos engañemos. No ha sido De Lara quien acabó con las aspiraciones políticas de Besteiro. Ha sido propio Besteiro quien se ha valido de la política para sus cosas.

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