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Trincheras del inmovilismo

Ha quedado meridianamente claro que la sociedad gallega le ha dado la espalda al nacionalismo sin ambages, con contundencia. Pero el BNG insiste.

"Galicia, como nación, tiene derecho a la autodeterminación y al ejercicio de la soberanía nacional; el nacionalismo es la respuesta del pueblo frente a una situación de dependencia económica, opresión cultural y política (…); solidaridad, antiimperialismo, paz y desarme en el concierto internacional (…)", y así podríamos seguir con estos estrambóticos principios básicos del Bloque.

Por eso, se han vuelto a retratar. Una vez más. Y siempre del mismo lado. El Bloque ha justificado las últimas derrotas que le han dado las urnas sin autocrítica, y que todos sus males provienen de los efectos conspiratorios contra el nacionalismo.

Con excusas y pretextos. Con circunloquios. Para concluir como siempre. Una vez más ha quedado meridianamente claro que la sociedad gallega le ha dado la espalda al nacionalismo sin ambages, con contundencia. Pero el BNG insiste.

La organización frentista está condenada a una refundación si quiere sobrevivir. Pero antes tendrá que ir a su disolución y, sobre todo, a que el sanedrín de los coroneles de la UPG ceda su hegemonía en el conglomerado de fuerzas nacionalistas que conforman el Bloque.

Ana Pontón ha sido nombrada la nueva portavoz nacional del BNG, pero la política de Sarria ni mucho menos ha salido reforzada al frente de una organización que camina sin rumbo. Porque el Bloque ha permanecido inmóvil desde 1982, y una formación que no avanza con los tiempos es una organización perdida, que no es capaz de conectar con la realidad.

A día de hoy, el BNG ni ha dado un paso frente ni tiene intención de hacerlo para adaptarse a los nuevos tiempos. Y es que el Bloque sigue parapetado en las trincheras del inmovilismo. Y esto y la deriva nacionalista en un mundo globalizado le auguran un futuro nada positivo.

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