El Partido Socialista ha dado otro paso hacia el abismo. Cuando no se tiene proyecto uno se suele embarcar en la primera iniciativa que le planteen. Porque el enemigo, no el adversario político, sabe de los males de los socialistas: quieren estar en todo y nunca están en nada. Salvo para permitir abrir heridas, que luego sufrirá la ciudadanía.
Tras las municipales de mayo, en la que han regalado los gobiernos municipales a los populistas, no se podía esperar otra cosa. Y, ahora, los principales actores de María Pita hacen que los socialistas solo sean figurantes de la película. Un filme, por cierto, demasiado dramático porque afectará a los intereses de los coruñeses. El caso es que el PSOE da otra vez oxígeno a unas Mareas que hacen lo que quieren, pero no lo que deberían hacer.
Oponerse a alcanzar un acuerdo para aprobar el presupuesto municipal es como una canita al aire del mujeriego arrepentido: le gusta, pero también quiere a la santa. Y eso le pasa al PSOE. Quiere marcar diferencias con los populistas que ellos han puesto ahí y no son capaces de dar un paso al frente.
Los socialistas aún están a tiempo de reconducir la política municipal en las tres principales ciudades de la provincia coruñesa, pero sobran las palabras de papel y hacen falta hechos de los que la ciudadanía no tenga que arrepentirse.