Como era previsible, la trama de la operación Zeta es la excusa ideal para traer de nuevo el espectáculo. El caso es que cada vez que pisa la Cámara gallega, Feijóo se tiene que armar de valor para no ser tratado como una piñata de feria a la que quieren romper a palos para buscar una recompensa. Porque eso es lo que quiere la oposición. Y una cosa es la crítica, necesaria de una oposición fiscalizadora; otra muy diferente, la crítica sistemática y sin argumentación.
Si alguna conclusión se puede extraer de estos hechos es que la escenificación de la bancada de toda la oposición es algo reiterativo desde la inauguración de esta legislatura. Bien puede afirmarse que el actual Gobierno gallego hizo cosas buenas y también no tan buenas. Pero en ningún momento, como quiere hacer ver esa oposición, está bajo mínimos.
El discurso y la política directa de la oposición es la de siempre: que la gestión de Feijóo solo sirve para conducir a Galicia más rápidamente hacia el abismo. Nos permitirá esa oposición que no les creamos.
Tal y como están las cosas, la oposición en bloque tendrá que hacer política de verdad y dejarse de los machacones eslóganes vacíos. Por eso creemos que son malos tiempos para una oposición que va a necesitar más que nunca apurar su proverbial optimismo. No se puede querer gobernar desde la minoría y con folclorismo. Pero son los de siempre y no cambiarán.