Un año que finaliza con 225.158 parados no puede ser considerado, de ninguna manera, un buen año. Y 2015 se va a despedir con una cifra excesivamente elevada de desempleados en relación con la demografía gallega y con el tipo de industria en la Comunidad.
Ni los planes de fomento del empleo puesto en marcha por las diferentes administraciones públicas ni otras iniciativas han servido para maquillar unas cifras que ya eran escandalosas en años anteriores.
No ha sido el que termina un año en el que se pueda hablar de la llegada de grandes inversiones generadoras de empleo a Galicia, sino más bien todo lo contrario: se han frustrado algunos proyectos y la prueba de ello es que los que estaban anunciados para dar respuesta al problema no han llegado y eso ha desatado las iras de los trabajadores de sectores vitales para la economía gallega, que se sienten engañados por las políticas de fomento del empleo prometidas.
Naval, automoción o el mismo sector primario están pagando este fracaso, cuando se había anunciado un fortalecimiento para estos segmentos productivos. A falta de otros sectores, como el turístico, que sí se ha comportado bien, las esperanzas de convertirse en generadores de empleo dejan mucho que desear para lo que Galicia necesita.
Y en lo político, se cierra un año difícil para los grandes partidos, que han perdido peso en la Comunidad gallega, donde han surgido fuerzas emergentes populistas, que han puesto en peligro la estabilidad en los municipios ante un futuro es incierto.