De lo esperpéntico a la política de corredoira. Un presidente que quiere abanderar la renovación de su partido y fuerza la salida de dos imputados. No de todos, solo de los que estorban. Un alcalde que defiende a un descerebrado que utiliza las redes sociales con idioteces, como él. Otro alcalde, que esconde sus inconfesables complejos, pretende dar lecciones de ética, cuando él también está imputado. Los de la marca blanca podemista se cargan la plaza del legionario en Coruña, porque es lo más importante para la ciudad. Y la traca final: la gran chapuza de la moción de censura en la Diputación de Lugo para apear de la presidencia a la señora Candia. Pues, no nos engañemos, esto es lo que tenemos.
Lo de Lugo fue un espectáculo esperpéntico que se contempló desde el gallinero político gallego como si nada hubiese pasado. Es cierto que el PP fue el partido más votado. Pero el pacto PSOE-BNG suma más y esto, en democracia, es válido porque así lo quiso el señor Rajoy. Lo mimos que el señor Besteiro, que no tuvo agallas para expulsar a un descerebrado político, que se echó al monte, se votó a sí mismo y montó este estercolero.
Lo que está claro es que la moción de censura prosperó. Pero eso no importa, porque la presidenta interina tuvo sus tres meses de gloria, en los que ciertos medios la trataron como una política con futuro. Se lo creyó y, como la reencarnación de Concepción Arenal, quiso hacer justicia, pero solo para los suyo. Pero esto es lo que tenemos.