Este lunes se cumplen los primeros cien días de los nuevos gobiernos municipales surgidos de las elecciones del 24 de mayo. Cien días marcados por gestos y medidas más o menos grandilocuentes y polémicas con las que los alcaldes han querido dejar clara la impronta que pretenden dar a sus mandatos.
El foco se ha puesto en los ayuntamientos liderados por candidaturas populistas -marcas blancas de Podemos-, especialmente en la tres principales ciudades de la provincia coruñesa (Coruña, Santiago y Ferrol).
Xulio Ferreiro, con la Marea Atlántica, Martiño Noriega, con Compostela Aberta, y Jorge Suárez, con Ferrol en Común -formando bipartito con el PSOE-, se han convertido en los "grandes" nombres de la política local.
Sus decisiones han abierto informativos, han sido alabadas por sus partidarios, que ven firmeza y valentía, y denostadas por sus adversarios, que hablan de meros guiños al electorado en espera de las generales, tras las que ejecutarían sus verdaderos planes.
La mayoría absoluta de Abel Caballero en Vigo ha servido al alcalde vigués para centrar su política en una estrategia contra el presidente de la Xunta. Caballero, elegido este sábado presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) ha convertido el Ayuntamiento vigués en un cortijo particular. Mientras Fernández Lores mantiene la estabilidad del equipo de gobierno del Bloque en Pontevedra, Lugo y Orense poco han podido hacer. Tan solo lavar un poco la imagen en la gestión política con un gobierno en minoría. En Ferrol, el bipartido de Ferrol en Común y PSOE ha mostrado alguna fisura y sobre la Diputación de Lugo -gobernada por el PP- planea una moción de censura.
Los despropósitos de la Marea
La Marea presentó en su programa 27 medidas urgentes a cumplir en los primeros cien días. Siete de ellas están ejecutadas y el resto están en mayor o menor medida en marcha, si bien en muchos casos el desarrollo es todavía incipiente o poco más que la voluntad de hacerlo. Una de las medida estrella ha sido la participación ciudadana, con la intervención de los vecinos en los plenos -con cupo reducido y retransmitidos por Internet- o la reducción del sueldo a los concejales del equipo de gobierno.
Pero el arranque de la Marea ha estado marcado por la brecha abierta con la Iglesia, con la renuncia de asistir a los actos religiosos en representación institucional del Ayuntamiento. El gobierno de la Marea también ha prohibido la utilización del logotipo municipal en la Carrera de la Mujer, al considerar que potencia estereotipos como el uso de vestimenta rosa o el reparto de revistas del corazón y bolsas de maquillaje entre las participantes.
Además, la eterna polémica de "toros sí, toros no" también ha estado presente. Y la Marea ha prohibido que se celebrasen corridas de toros. Tampoco se colabora en desahucios, pero nada se sabe del plan de erradicación del chabolismo o de la renta universal.
El inicio del mandato de Ferreiro ha puesto en evidencia de la minoría de la Marea, que por dos veces vio rechazada en el pleno su propuesta de modificación del presupuesto. Además, en estos primeros cien días se ha marcado un "duro" enfrentamiento entre el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria por la obra de la Marina y por la ejecución de las obras del Puerto Exterior de Langosteira. Tanto es así, que el Puerto coruñés está dispuesto a pedir una indemnización al Ayuntamiento coruñés de 250 millones si el gobierno de la Marea no permite la venta de los muelles interiores para hacer frente a la deuda -350 millones de euros- del crédito solicitado por el ente portuario para las obras de Langosteira.
El ejecutivo local de Ferreiro también ha reculado en su intención de "municipalizar" el servicio de la ORA o la "conversión" del hotel Atlántico para residencia de estudiantes, entre otras iniciativas polémicas.
Compostela Aberta y la imagen de Noriega
Los desencuentros institucionales han marcado los cien primeros días del gobierno de Compostela Aberta. Un equipo sin experiencia en la gestión pública que no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. El nuevo alcalde, Martiño Noriega, se ha dedicado más a promocionar su imagen de cara al futuro político -no descarta dejar el Consistorio sin acabar la legislatura-, como su salto como candidato a la presidencia de la Xunta, que a gestionar los intereses de la capital gallega-.
Noriega y su Compostela Aberta ha "relajado" su tirantez inicial con la Xunta. Pero todo es una cuestión de imagen y de intereses, como la "ayuda" para la ejecución del proyecto del AVE. En el plano de la política local, que es lo que realmente interesa a los compostelanos, el gobierno de Compostela Aberta ha quedado en las promesas electorales. En realidad tan solo ha eliminado direcciones de área en el Ayuntamiento. Eso sí, se ha prodigado en establecer contactos con entidades vecinales y sociales, pero no ha hecho nada.
En lo político, el principal problema al que se enfrenta Compostela Aberta es que gobierna en minoría. Ese "toque de atención" ya lo ha recibido en el primer pleno ordinario.
El bipartido de Ferrol muestra "fisuras"
Las cosas no serán fáciles en Ferrol. El gobierno bipartido -Ferrol en Común y PSOE- ha mostrado en esto primeros cien días inestabilidad. La crisis del agua ha dejado en evidencia la inexperiencia de este gobierno municipal, cuya principal proclama de su alcalde, Jorge Suárez, es "no cumplir las leyes que a su entender perjudiquen a la ciudadanía".
Igual que Alonso Quijano, el alcalde ferrolano se ha topado con la Iglesia. De los tres regidores populistas, fue Suárez el más beligerante y el que abrió la caja de los truenos con la Iglesia. El anuncio de retirar ciertas ayudas a la Semana Santa ferrolana ha demostrado que la inmadurez de un alcalde que, como viene demostrando en otras actuaciones, no gobierna para todos los ferrolanos. De momento mantiene el apoyo del PSOE en ese gobierno bipartito atípico. Pero los socialistas ya han enseñado en alguna ocasión la uñas, mostrando que existen fisuras. En el último pleno, celebrado el pasado jueves, PP y BNG han unido sus fuerzas y tumbaron la modificación de créditos del bipartito.
Orense y Lugo, pocos cambios
La crispación también ha marcado las gestión de estos primeros cien días los gobiernos de Orense y Lugo. Al popular Jesús Vázquez no se lo han puesto fácil en la ciudad de As Burgas. Los principales cambios han sido más de forma que de fondo y, hasta ahora, no hay nada destacable. Con minoría, el PP está pendiente de lo que pueda hacer un PSOE inestable si se alía con la populista y unipersonal Democracia Ourensana.
Lo mismo se puede decir del gobierno que preside Lara Méndez en Lugo. La socialista ha cogido el bastón de mando por sorpresa, más bien obligada por BNG y Lugonovo que obligaron a dejar el acta de edil al exalcalde López Orozco. Los años de Lara Méndez, como segunda de Besteiro en la Diputación lucense, nada tienen que ver con su nuevo cargo al frente de la alcaldía. En el plano político no ha hecho nada destacable hasta ahora y, además, tiene que lidiar con los problemas judiciales de la época de Orozco. La inestabilidad también pesa en el Ayuntamiento de Lugo, y depende de la reacción de BNG y Lugonovo.
Vigo y Pontevedra, estabilidad
Abel Cabalero y Miguel Anxo Fernánde Lorez no tienen problemas de gobernabilidad en Vigo y Pontevedra, respectivamente. El caso del nuevo presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) estos primeros cien días se han dedica a una estrategia clara: la de abrir un ataque personal y político contra el presidente de la Xunta. Caballero no ha cambiado su forma de gestionar y, ahora con mayoría absoluta, ha convertido al Ayuntamiento de Vigo como un cortijo particular. No ha ejecutado ninguna de las medidas que anunciaba en su programa, pero ha intensificado la crispación de los vigueses contra la Administración autonómica. Se aprovechó del nuevo hospital Álvaro Cunqueiro para abrir un frente contra la Xunta escondiendo sus fracasos e incumplimientos.
Por su parte, Miguel Anxo Fernández Lores ha mostrado una acción de gobierno intensa, e incluso ha presentado ya un plan de inversiones para los cuatro años de legislatura cifrado en 60 millones de euros. El gobierno del Bloque de Lores ha visto, sin embargo, un lado negativo: ha perdido la batalla judicial con Sogama, con lo que las arcas municipales quedarán un poco debilitadas. Lores gobierna desde 1999 y, aunque el BNG gobierna por primera vez desde 2003 en solitario -y en minoría-, ese carácter continuista ha restado un mayor control a estos primeros cien días.
Primera moción de censura
Además de las principales ciudades de Galicia, estos primeros cien días han servido para constatar la inestabilidad en la política local en los concellos gallegos. También se ha vivido la primera moción de censura. A mediados de agosto -el día 15-, al PP arrebató lo alcaldía de Boimorto a los nacionalistas del Bloque. Y Ayuntamiento de Miño mantienen una situación anormal y se prevé una inmediata moción de censura. En este municipio coruñés, con seis ediles del PSOE y otros tantos del PP, es alcalde el único concejal elegido en la lista de CxG -expulsado de esta formación- con el apoyo de los ediles populares.
La moción de censura también planea sobre al gobierno de la popular Elena Candia en la Diputación de Lugo. Candia ha sido elegida presidenta del ente provincial gracias al voto de un edil rebelde del PSOE, que se votó a sí mismo. Esta situación tratan de "corregirla" socialistas y nacionalistas.
Las direcciones gallegas de PSOE y BNG llevan negociando desde el mismo 24 de junio para recuperar el gobierno de la Diputación lucense, y la moción de censura está cada vez más cerca, como anunció este sábado Besteiro.