La situación de interinidad se ha convertido en una auténtica realidad que pone en duda la supervivencia del gobierno de la Diputación de Lugo. No es extraño que la actitud de su presidenta y su falta de iniciativa desde su nombramiento acelere esa moción de censura de socialistas y nacionalistas.
El caso es que Elena Candia se ha convertido en una política dual. Recorre demasiados kilómetros desde Mondoñedo -donde también ejerce de alcaldesa accidental- hasta la capital lucense.
Critica supuestas irregularidades de su antecesor, pero no dice cuáles son ni acude al juzgado a denunciar esos supuestos asuntos feos y punibles.
El caso es que no han pasado los cien días de cortesía y la señora Candia ya tiene una denuncia por presunta ilegalidad en la constitución de la junta de gobierno del ente provincial.
Poco nos queda por descubrir del futuro de esta política atípica, con esa larga carrera kilométrica diaria en la que nunca falta un alto para atender a los medios amigos.
Quizás sea un aspecto nuevo, pero no por eso menos indecoroso de una persona que cobra de lo público. Cuando en una política fallan los mínimos de la palabra, qué podemos esperar de su gestión al frente de un ente que mueve cantidades millonarias y que es fundamental para revivir a esos municipios que, por falta de liquidez, están muertos.
La obligación de los medios es informar. Pero cuando fallan los políticos -en este caso política-, el espectáculo que se vislumbra en el futuro no es el aconsejable. Claro que la política esconde todo.