Por mucho que diga el presidente de la Diputación coruñesa, el peor escenario de un dirigente político es que pierda el halo de autoridad que le rodea delante de los suyos y eso le está ocurriendo a José Ramón Gómez Besteiro. Porque el aun líder de los socialistas gallegos es cuestionado desde el mismo día que se hizo huésped del palacio de O Pino.
La latente y contenida pelea interna se agrava tras los resultados de las elecciones municipales; las pésimas negociaciones, con la pérdida de la Diputación de Lugo o, lo que es más importante, la entrega de los gobiernos de las tres principales ciudades de la provincia coruñesa a las mareas. Algo que ha dividido aún más a un partido roto desde hace tiempo.
La imputación de Besteiro ha convertido el secretario general del PSdeG en el peor enemigo político del partido, achacándole la responsabilidad de una debacle que puede reabrir viejas heridas y acabar con la sublevación de varios barones antes de la generales de finales de año.
Su mala imagen ante la ciudadanía por su actitud frente la corrupción, la sospechosa flaqueza a la hora de tomar decisiones dentro del partido son, además, otros de los problemas de Besteiro. Todo ello es un cóctel explosivo que le puede estallar al PSdeG más pronto que tarde. Por eso, creemos que Besteiro está más que amortizado. Salga como salga de su visita al juzgado de Pilar de Lara. Porque ésa es otra.