A partir del próximo pleno ordinario de Coruña se incluirá una parte de preguntas de la ciudadanía. Es decir, que la Marea permitirá a los coruñeses formular preguntas directamente. Eso sí, primero tendrán que presentar una solicitud en el Registro cinco días antes de la sesión plenaria y después esperar a un sorteo por si son más de diez los vecinos inscriptos.
Esto es el principio de una de las primeras medidas para un cambio radical en la manera de gobernar el Concello. Así anunció la medida el alcalde. Suponemos que el señor Ferreiro tuvo flaqueza de memoria por dos razones: primero, porque no es ninguna novedad en nuestra democracia; y segundo, porque en María Pitia ya se practicó y hubo que cerrar ese grifo. Y eso que estábamos en la Transición política y con un futuro nada claro.
Está visto que la Marea lo quiere cambiar todo o casi todo. Incluso con fórmulas tan viejas como la llamada democracia participativa. Por cierto, practicada en algunos países de nuestro entorno y con gobiernos conservadores. Pero una cosa es el populismo de proclamar este tipo de participación, porque queda muy bien, y otra muy distinta es hacer caso de las propuestas y ejecutarlas.
Por eso, es imprescindible calibrar con mucho cuidado estos viejos mecanismos de participación para que en la práctica no provoquen más fatiga improductiva al gobierno coruñés, al menos, de la que le hemos visto en estos tres meses. Pero al populismo le vale todo, hasta caer en la trampa de recuperar viejas fórmulas que han fracasado. Y ellos lo saben.