De inesperada podría calificarse la manera como el gobierno local coruñés anunció presuntas irregularidades en las obras de la Marina. Como era de esperar, después del enfrentamiento con la Autoridad Portuaria sobre la financiación de Langosteira, la Marea quiere agitar el avispero político para esconder su propia ineficacia en menos de dos meses de gobierno.
Aunque el ilusionista alcalde coruñés, Xulio Ferreiro, no se haya enterado aún, para denunciar unas presuntas obrar irregulares e implicar al Puerto y al anterior gobierno local requieren de una medicina preventiva para seguir vivo en esto de la política. Esta medicina, que cura los traumatismos -creemos que de aquellos con ciertos síndromes-, recibe el nombre de sensatez, un antídoto vital contra la más absurda de las demagogias.
Cuando no se mantiene, acaba siendo peligrosa e inservible. Es lo que ocurre con la demencial y estúpida denuncia de la Marea sobre las obras de la Marina, lanzando acusaciones sin presentar documentación que acredite semejante denuncia.
La culpa, como siempre, -suponemos que así piensan estos gobernantes con votos prestados- la tienen aquellos que se han atrevido a realizar una de las obras que harán historia en Coruña.
Las medias verdades de la Marea desde que "tomó" María Pita, han convertido a unos ilusionantes gobernantes en unos zorros, porque quienes los apoyan se han hecho zorros con ellos.
En otras palabras, se trata de no perder de vista el marco que para el ejercicio de cargos de gobierno, un alcalde no puede ni debe silenciar con fusiles mediáticos hechos legales. Es leña innecesaria para un fuego que amenaza con causar daños a la institución que representa. Pero si los zorros hacen lo que hacen, qué "podemos" esperar de los zorros con ciertos síndromes traumáticos.