Más de 12.600 gallegos abandonaron en julio las listas del paro dejando ya la cifra de desempleados por debajo de los 216.370. Sigue siendo una barbaridad, solo aliviada por el dato también alentador de que la afiliación a la Seguridad Social se incrementa en casi 14.000 personas, pero lejos del millón de cotizantes. Esa barrera que confirmaría una evidente mejoría y sostenibilidad de la tendencia de los mejores tiempos en Galicia.
Julio fue también un buen mes para el empleo en todas las provincias. Es cierto que en el otro plato de la balanza hay que poner la falta de calidad y la precariedad del empleo. Es innegable que esa cuestión sigue siendo un tremendo problema. De los 98.931 contratos realizados, solo 6.035 son indefinidos. Y en el lote de temporales, jornada reducida, de formación o por obra tienen un efectos sobre los datos, pero no deseable, porque suponen un total de 92.896. Y luego está la dolorosa realidad de que más de la mitad de los gallegos parados no cobran ningún tipo de prestación, reduciéndose el gasto como consecuencia del agotamiento para quienes tenían mejores condiciones laborales y la entrada de nuevos parados con menos derechos adquiridos.
En definitiva, queda mucho camino por recorrer para poder hablar de una situación realmente aceptable, pero es evidente de que la maquinaria económica se mueve y está generando empleo, si bien es necesario insistir en disponer de mecanismos más ágiles de intermediación que consoliden la cantidad y la calidad de empleo que se está creando y que aceleren el pulso laboral en particular y la actividad económica en general.
