Uno de los sectores que hizo grande a Galicia fue el naval. Y una de las empresas más importantes ha sido la antigua Astano, hoy integrada en el grupo público Navantia. Con la operación para la construcción de los cuatro petroleros -compartidos con Cádiz-, el astillero público de la ría ferrolana dejará atrás la amenaza de liquidación e iniciará su reconstrucción como un ave fénix. Y lo hará apostando por lo que fueron sus raíces, por el camino con el que consiguió hacerse un hueco muy significativo en el mercado naval mundial y, lo que es más importante, con el que logró crear una red de empresas auxiliares y puestos de trabajo que puso a Ferrolterra como un ejemplo en Galicia.
Atrás queda una etapa de problemas y de constante reducción de actividad con la que ahora se pretende romper radicalmente. Navantia, y más concretamente la antigua factoría de Astano, en proceso de liquidación, ha pasado del ostracismo a estar en el punto de mira de los grandes operadores del sector naval.
Para aquellos que niegan la intervención del Ejecutivo de Feijóo en esta gestión debe ser un varapalo, sobre todo en estos momentos convulsos, llenos de proclamas y descalificaciones. Cierto que para la oposición es difícil reconocer las gestiones del Gobierno autonómico para que esta operación sea una similla para que Navantia y el naval gallego pueda crecer de nuevo. Pero ahí está. Solo hay que creer.