El consejo de administración de la CRTVG se reajusta al dictado de las últimas elecciones municipales. El ente de radiotelevisión, alérgico a cambios legislativos, se ha convertido en una institución de puertas giratorias. Los pactos y la incertidumbre ante las próximas elecciones generales aceleraron unos rápidos cambios. Lo que no cabe duda es que a día de hoy la radiotelevisión autonómica depende del mapa político.
Por eso, los caídos en las instituciones perdidas han encontrado en el ente público de radiotelevisión un buen refugio con un buen salario. Todo por el trabajo encomendado de quienes los han colocado ahí. Lo profesional es otra cosa.
La idea de que los nuevos consejeros sean elegidos mediante voto ponderado es la mayor perversidad y el mayor engaño que se le puede trasladar a la ciudadanía. Tampoco importa la audiencia o el coste -con más pérdidas- que tenga el ente. Una verdadera sangría para la economía gallega. Lo que interesa, a unos y a otros, es colocar ahí a los suyos. A unos profesionales que desconocen el significado de la independencia informativa.
Por eso, la imparcialidad del ente público de radiotelevisión volverá a quedar en entredicho en la precampaña electoral. Estos costosos medios de comunicación públicos han sido tradicionalmente sospechosos de supeditar su línea editorial a los intereses del gobierno de turno. Pero en el fondo todo queda entre los grandes partidos, que se reparten el pastel del consejo, colocando en el ente a los que fueron y son sus jefes de prensa. Y lo más curioso es que a esto le llaman pluralidad.