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Galicia

La información de Galicia comienza de lunes a viernes con el repaso a las noticias más destacadas en horario de 6:54 a 7:00 y de 7:50 a 8:00 con las desconexiones de los servicios informativos. Mas tarde de 13:35 a 14:00 al termino de Es la Mañana en Galicia, informativo regional con lo sucedido en Galicia en las ultimas horas, dirige y presenta Sandra Fares.

De lunes a viernes, de 12:06 a 13:30 Es la Mañana en Galicia. Los contenidos del programa son muy variados, dando especial importancia a las noticias más destacadas de Galicia, con entrevistas de actualidad e información. Además, el magacín cuenta con destacados tertulianos que analizan y debaten sobre temas de interés para los gallegos de la mano de Ignacio Balboa. Los espacios de gastronomía, salud, belleza, nutrición, turismo, ocio, entretenimiento, los temas sociales y la participación de especialistas en medicina, derecho o del mundo de la cultura nos invitan cada día a escuchar una radio que informa y entretiene. Dirige y presenta Maite Garrido.

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El descrédito

Si un político está inmerso en un proceso judicial, más por dignidad que por ética -que también-, debería dejar de ejercer como tal.

A algunos políticos les pude pasar lo que a Narciso, que se murió ahogado mientras contemplaba su propia imagen en el agua.

La dignidad de la política ha sido arrastrada por los escándalos de corrupción protagonizados por los distintos partidos y el alejamiento de los líderes y cargos públicos de las vivencias e intereses de los ciudadanos.

Por eso, el descrédito de los políticos y los partidos es evidente. Es injusto considerar por igual a todos los políticos y más aún afirmar que todos o la mayoría de ellos son corruptos. Pero en política la realidad es sobre todo lo que parece. Y la desconfianza de gran parte de la población es grave para la democracia, porque la ciudadanía se desvincula de las instituciones y éstas se vuelven cada vez más vulnerables ante los poderes fácticos.

Para reforzar la democracia es preciso recuperar la dignidad de la política. Y esto no depende solo de las leyes ni de los estatutos de los partidos, sino del comportamiento de las personas que la representan. La dignidad de la política es una cuestión de moral pública. Con esta convicción debe afrontarse la regeneración política: con transparencia y, sobre todo, con políticos que antepongan la ética por encima de todo.

Se han impulsado leyes para frenar la corrupción, aumentar la transparencia de las instituciones públicas e intensificar los instrumentos de control sobre quienes ejercen el poder y administran los bienes de todos, como los códigos éticos de los partidos. Hay que celebrar estas novedades como se merecen. No obstante, con la tendencia al pendulazo que caracteriza en parte la mentalidad colectiva de los ciudadanos, se están imponiendo peligrosas pautas de conducta que, lejos de regenerar la vida política, pueden deteriorarla y empobrecerla.

La consecuencia de supuestas prácticas inmorales y punibles devalúa la política y a quienes la representan. Para evitar todos estos males, la política necesita a los mejores, pagados sin abuso ni desmesura, pero dignamente. Es la única forma de no tener tentaciones para valerse de la política para beneficio propio. Pero si un político está inmerso en un proceso judicial, más por dignidad que por ética -que también-, debería dejar de ejercer como tal. La dignidad y la ética están por encima de todo y, además, es un valor incuestionable para demostrar la inocencia. Y salir reforzado.

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