Los casos de corrupción, las disputas internas y la catarata de despropósitos, algunos fundados, otro, no, pueden acabar con la carrera política del actual líder de los socialistas gallegos.
Al margen de la imputación, el problema es que el adversario es su propia gente: dirigentes y cargos institucionales importantes, que han visto como un extraño plebeyo entraba en la corte de un partido en el que los nobles son los que mandan.
El entorno más cercado de Gómez Besteiro reconoce que lo está pasando mal desde hace tiempo. El propio secretario general nunca ha querido admitir públicamente estos males. Entre otras cosas, porque podría forzar su marcha anticipada; o, porque quería buscar buen cobijo ante lo que él sabía que, más bien pronto que tarde, emergería a la luz pública. Como así fue.
Pilar de Lara es implacable. Y eso que muchos fueron los que han tratado de amajadar a la juez. No colaborar y buscar todo tipo de argucias para frenar las investigaciones. Pero esta magistrada no se detiene ante nada. Y ahí están los resultados.
Ante la presión política, principalmente de los suyos, Besteiro no ha tenido más remedio que armar un guión para que la película fuese más creíble. Quería resaltar que fue él quien rechazó el nombramiento de senador autonómico. Pero como las películas son una ficción, la ocurrencia de Besteiro y su equipo también fue un fingimiento. Fue Ferraz quien paró, como primer paso, este nombramiento. El siguiente es apartarlo de la candidatura a la presidencia de la Xunta. Y, por supuesto, del partido.
Un político que es incapaz de conocer a su propio partido también es incapaz de saber que la decisión está tomada. Y este final, como en las malas películas, es previsible. Y Besteiro debería saber que está amortizado políticamente.