El bloque de izquierda consumó con el boato clínico su fracaso. No había consenso real entre todos, sino el interés en las propias filas de alguno de los asociados. Pero la vistosa campaña de que los ciudadanos han votado lo mismo, es decir, mantener en el gobierno a los de antes, contribuye a pergeñar una ficción democrática.
Han pasado más de dos semanas y siguen sin dar palo al agua. Bueno, como en los cuatro años de la anterior legislatura. Es, sin duda, la frustración de un bloque no heterogéneo que trata de frenar la gestión política del nuevo gobierno provincial lucense.
Con todo, resulta evidente que mantener el dique cerrado no es una buena táctica para este grupo que lo único que tiene en común es apear, con una sesuda moción de censura sin justificar, a los populares del poder.
Antes, con el ‘tamayazo’ Martínez y ahora, con la sombra judicial sobre un Besteiro ya amortizado, siguen buscando ese protagonismo con otros socios para bloquear la gestión en el ente provincial de Lugo. Sin embargo, la nueva presidenta supo convertir su debilidad numérica en fortaleza táctica, al tensar al máximo la legalidad que tiene y al poner al gobierno provincial a trabajar. A hacer otra clase de gestión política.
Elena Candia debe, a partir de ahora, dedicarse a gobernar. Porque es ella la que tiene la obligación de buscar políticas activas en beneficio de la provincia lucense. La ley la respalda y la responsabilidad, más. Lo otro, la gran oposición, solo queda en una ficción democrática.