La utilización de coches oficiales por parte de los políticos es una polémica recurrente. No creemos que la debilidad política que rodea ahora al señor Besteiro fuera por el lujoso coche. Sería tanto como admitir que a otros presidentes de diputaciones les pueda pasar lo mismo por tener un vehículo igual o mejor.
La nueva presidenta de la Diputación de Lugo anunció la primera medida que llevará a cabo: subastar el lujoso coche de su antecesor. Y ello coincide con una semana en la que la imagen de Besteiro no es de las mejores para el líder del PSOE gallego.
Entendemos que este tipo de anuncios obedecen más a la intención de transmitir que ha llegado una nueva formar de gobernar, que no realmente a una cuestión esencial dentro de una gestión de gobierno.
Si el problema es de comprar un coche muy ostentoso, de 106.000 euros, y nada acorde con la sensibilidad actual, la solución elegida por la señora Candia es lógica. Porque un coche oficial puede ser un utilitario, y ser conducido por una persona que no lleve traje ni corbata si ésta es la imagen de la que quiere huir. Pero, a lo mejor, todo lo que se ahorre en coche se paga en desplazamientos y en el despido de un chófer.
Si no se trata tanto del ahorro que supondría, como de un gesto que demuestre moderación en los administradores de los bienes públicos, la señora Candia debería mirar para sus compañeros de partido en las otras diputaciones. Porque también compraron unos cochazos. Pero como el gran Pepe Isbert, todos quieren un cochecito.