Desde vísperas del 24-M que ofició de mediador, dejó a la militancia con demasiadas preguntas sin respuesta. A partir de ahí, se le nota incómodo, contesta sin precisión y no maneja los tiempos esenciales en política. La imagen que proyectó no fue la que necesita el PSdeG: la de un líder que tiene ideas y argumentos claros y que dirige iniciativas precisas para resolver los problemas que tiene en su partido.
Lo que sucedió con el caso de Orozco era previsible. Pero no quiso verlo a tiempo. Luego fue incapaz de resolver un problema de más envergadura. Repitió el error. Y el caso de la Diputación de Lugo ha venido a demostrar que Besteiro no tiene autoridad dentro del partido que se supone lidera.
Como dijo Feijóo, cuando un líder no lidera y hace siempre lo contrario de lo que dice al final tiene consecuencias. En pocas palabras, la situación del PSdeG no mejora ante la ciudadanía, pero dentro se agravan. El problema realmente es interno, pero el secretario general de los socialistas gallegos quiere hacernos mirar hacia fuera. Ver esos resultados electorales que para él son muy buenos.
El mensaje que transmite el señor Besteiro desde que lidera el PSdeG es el de siempre: que el partido anda en piloto automático y no es necesario pasar a los mandos manuales.
Desafortunadamente, no parece entender los problemas que tiene el PSOE gallego y no tiene o no puede tomar medidas efectivas para resolverlos. Por eso, no sorprende que entre la militancia cunda la sensación de que es necesario buscar un nuevo líder.