Con la que está cayendo y con casi 240.000 gallegos en paro hay que tener mucha cara para querer cobrar por no hacer nada. Y esto es lo que hacen sus señorías senadores. Porque, como dice el viejo maestro, el Senado no sirve más que para ejercer de centro de día de políticos caducos. Y lo más perverso es que ese montaje grotesco denominado Senado se mantenga en época de penurias es una indecencia.
El problema no es que exista un Senado sino su modelo. Porque nuestro Senado pertenece a ese modelo de cámara de reflexión. Vamos, de un centro de día para una segunda lectura de las leyes que, por cierto, están subordinadas al Congreso.
Se trata, pues, de una cámara en la que los ciudadanos eligen directamente mediante voto limitado a cuatro quintas partes y los parlamentos autonómicos a la restante.
La Constitución la llama cámara territorial. Pues, claro que sí. ¡Faltaría más! De comunidades autónomas en una relación asimétrica sin lógica razonable alguna. La única lógica que aquí encontramos es la de los partidos y su necesidad de colocar a algunos de sus miembros. Como es ahora el caso del señor Besterio -el primo político del otro que se fue a Bruselas a hacer lo mismo-. Suponemos que como en Galicia no arranca, a lo mejor allí, por sentarse, sí, lo hace bien a la hora de recibir la nómina.
La sacrificada exalcaldesa de Silleda ha tenido que dejar paso a la incongruencia en esa rara representatividad innecesaria. Porque ya me dirán si no es incompetencia que el líder de un partido termine mendigando un salario. Y para colmo, lo pagamos todos.