Pues nada. Como dicen los estrategas de batallas y guerras, hemos llegado al día D. Una jornada que quedará recogida en los libretos por dos motivos: por los peores políticos que hemos tenido y por las consecuencias de sus actos.
El PSdeG se ha equivocado de estrategia con los pactos municipales tras las elecciones del 24-M y que se vieron consumados este sábado. Y con ella descubre sus propias contradicciones a la espera de los comicios generales.
Suponemos que siguiendo las órdenes de Ferraz, Gómez Besteiro ha apostado convertir al PSOE gallego en la formación catalizadora de los partidos de izquierda, pero ha hipotecado en esa decisión la pretensión electoral que afrontó en la campaña de las municipales. Esto es, de la regeneración política contra las malas prácticas y el uso y abuso de las instituciones. Y al hacerlo, Besteiro descubre su verdadera genética política, que ha dejado de lado al partido "serio y de Estado", por mucho que pretenda ofrecer la imagen de apoyo a ciertas formaciones por cuestiones de higienización las costumbres institucionales y el relevo de quienes se han visto afectados por la sobra de la corrupción.
La necesidad de adaptar las promesas electorales a los acuerdos poselectorales para promover la seguridad institucional y reducir la segmentación política a una suerte, solo es posible desde una absoluta indefinición de las políticas a desarrollar a posteriori.
Dicho de otra manera, al líder de los socialistas gallegos no parece preocuparle mucho el futuro de su partido, y mucho menos la ingobernabilidad en los municipios gallegos. Porque con esta decisión, de entregar los gobiernos municipales a las mareas, ha hipotecado el futuro de su partido ante la próxima cita electoral de noviembre. Porque para las autonómicas de octubre de 2016, no creemos que Besteiro esté en condiciones de ser el candidato socialista a la presidencia de la Xunta.
Pretender justificar, como hace Gómez Besteiro, la regeneración democrática de "todos contra el PP" es admitir que el PSdeG ha pasado de cuestionar la estabilidad institucional a fortalecer a su enemigo político por la izquierda: las marcas blancas, que en Galicia convertirán a Podemos en el protagonista de los próximos comicios generales. Y todo a cambio de su hipotética cuota de poder, claro.
Dicen los estrategas que cuando las batallas están perdidas un ataque a la desesperada, con el coste que ello tiene, es la última solución. Y esa solución pasa en el PSdeG se convierta en juez de vigilancia de los presos en libertad condicionada. Porque los que se definen como la vanguardia del cambio, solo son eso: presos en libertad condicionada. Pero dudamos que Besteiro lo sepa interpretar.