Corren malos tiempos para el PSdeG en vísperas del 24-M. Alejados del poder y sin un papel definido en Galicia, lo peor que le puede pasar a los socialistas gallegos es mantener serias discrepancias internas a la hora de enfocar su estrategia política.
Gómez Besteiro se ha convertido en un líder indeciso y cuestionado por un amplio sector del partido. No supo sacar provecho del manifiesto fracaso del exsecretario Pachi Vázquez, ahora centro de la polémica, y tampoco rentabilizar los casos de corrupción que salpicaron el PP, que permitió salvar del naufragio en el que agonizaban los populares.
Además, el inequívoco perfil de Besteiro y su postura en los casos judicializados, donde actúa con dos varas de medir, distancia al líder de las bases con un eco notable.
No obstante, la clave reside en una perspectiva casi contrapuesta con el famoso código ético: el de no posicionarse o descartar claramente posibles alianzas tras el 24-M. Un error que puede convertir al PSdeG en un mero partido de corte transversal en el terreno ideológico de Galicia.
Como es lógico, esta política de fondo de Besteiro se plasma en actitudes más atípicas de lo que debe ser una política sólida y coherente que no aleje al PSdeG de la alternativa de gobierno.
Los grandes beneficiados de esta situación son, además de los partidos emergentes, las fuerzas ya consolidadas en Galicia. Razón por la que populares y nacionalistas contemplan con regocijo que nadie entre sus adversarios coja el timón para pilotar un barco a la deriva.
Porque el PSdeG es a día de hoy un barco a la deriva que no consigue encontrar el sitio que le corresponde dentro de la formación de la flota. Y mientras tenga comodoros como Orozco se alejará más y quedará a merced del fuego enemigo. Y también del "amigo", aunque éste sea por error.