Ninguna ciudad de Galicia se parece a Sheffield. Pero presentan similares paralelismos: crisis y desempleo. Quizás, por eso, el PP se inspiró en la película Full Monty para llegar al desnudo total. No el de los parados, sino para destapar las vergüenzas políticas.
No deja de ser paradójico que a las 48 horas de conocerse las últimas encuestas, el miedo, el vértigo y hasta el pánico, se ha instalado en el partido gobernante para que quiera someter a un "estriptís total" a los cargos municipales que salgan tras el 24-M.
Un hecho inevitable dado que si los asuntos de dinero del prójimo despiertan natural curiosidad -y a veces envidia-, cuando se trata de los políticos el interés se multiplica. Y lo primero que hay que constatar es que este ejercicio de transparencia significa un paso notable en el imprescindible reencuentro de los ciudadanos y quienes les representan en las instituciones. La desafección se combate sobre todo con mayor claridad por parte de los políticos, y aplicar luz sobre su patrimonio es sin duda una buena iniciativa.
Es lícito preguntarse si este estriptís se hubiera producido sin el goteo de casos de corrupción que en los últimos años han llevado a muchos ciudadanos al escepticismo y la desconfianza hacia los cargos públicos. Pero en cualquier caso la iniciativa adelantada por Pedro Puy significa que la democracia gana en calidad.
El notable patrimonio de muchos concejales -superior al del vecino medio- puede azuzar la demagogia sobre la política como modus operandi, pero no hay que confundir las cosas: la gran mayoría de los concejales gallegos no cobran y los que lo hacen no están especialmente bien pagados y sus bienes personales son plenamente legítimos mientras nadie demuestre lo contrario. Aunque en algunos casos quepan dudas sobre si lo que declaran es todo lo que tienen. Por eso, bienvenido Full Monty.