No es el primer caso, ni será el último en esta legislatura. Algunos diputados se aprovechan de la inviolabilidad e inmunidad que les concede el articulado de la Cámara para lanzar graves acusaciones sin probar en sede parlamentaria.
La inmunidad parlamentaria se creó para proteger a los representantes de las injerencias del poder ejecutivo y evitar que fueran perseguidos por motivos políticos. Un diputado solo puede ser detenido en caso de "flagrante delito" y no podrá ser procesado sin que lo autorice la Cámara. Sin embargo, este "derecho" es percibido cada vez más como un "privilegio" de los parlamentarios por el abuso que algunos han hecho de él.
El caso es que los grupos parlamentarios no pueden pretender que la acritud dialéctica sea el detergente contra sus deplorables actuaciones en la Cámara. Hemos vivido otro pleno deplorable y bronco. Al margen de Beiras, que hace años no está en lo que debe estar. Si es que alguna vez estuvo donde tenía que estar.
Beiras volvió por sus fueros y, claro, perdió los estribos. Volvió a bajar de la tribuna y se encaró con feos gestos e insultos a la bancada de los populares. Eso sí, lo hizo después de un discurso cargado de demagogia barata -impropia de un intelectual- para resaltar su propio ego, con el que vive desde hace muchos años.
El truco del veterano profesor consiste en hacer creer a sus adversarios y la propia ciudadanía que su opción política no es una opción política, sino un estado natural de las cosas.
Pero al final de estas sesiones tediosas y de insultos siempre se descubre algo. Y ese algo es que Beiras está metiendo de lleno al PP en una campaña que necesita. Y eso lo sabe Feijóo. El veterano profesor parece que no, o no lo demuestra. Y el problema lo tiene él, pero no se entera o no se lo dicen.