"Ningún socialista se sentará en el banquillo". Extravagante argumentación que utiliza el secretario general del PSdeG para justificar un código ético que solo se aplica en caso de apertura de juicio oral contra militantes de la formación socialista. Cree, acaso, Besteiro que los únicos socialistas son los que tienen carné.
Los criterios del código ético impulsado por la actual dirección del PSOE son el punto de partida de una dinámica a todas luces exagerada y perjudicial para los intereses de esta formación. La imputación de alcaldes y concejales, unos por motivos administrativos y otros por cohecho, puede bloquear su continuidad en las listas del PSdeG en los próximos comicios.
Incluso, esta rocambolesca situación ha generado el abandono de militantes, creación de candidaturas alternativas o la división de una estructura entre partidarios y detractores.
Todo ello es fruto de una manifiesta falta de habilidad política por parte de la dirección socialista, incapaz de flexibilizar sus posiciones en una cuestión sobre la que la sensibilidad social actual se presenta diferente a la de mediados de legislatura.
La estrategia de Besteiro supondrá que el PSdeG no se presente en algún municipio o vea mermadas sus expectativas políticas en Galicia, donde es la segunda fuerza. Es, por tanto, una incógnita determinar cómo la cúpula de los socialistas ha llegado a esta situación, incapaz de entender que la incapacitación genérica asociada a un juicio oral, sin saber si terminará con condena o absolución, puede desembocar en situaciones, absurdas, como la que debe afrontar ahora el PSOE, con candidaturas independientes.
Lo más sorprendente es la docilidad con la que la estructura organizativa del partido en Galicia asimila las directrices de Ferraz, cuyo futuro está cada vez más claro, y queda vinculado a unos resultados electorales inciertos. Y todo por un código ético que juzga sin esperar que la Justicia dictamine. Esto no es ni progresismo ni honradez ni transparencia, es estupidez.