Me descubre el viejo profesor lo curioso que es el proceso que vivimos. No el del fin de un ciclo, que también, sino eso que se da cada cuatro años. Porque aquí, por mucho que digan esos jóvenes que tienen el pelo liado a la altura del cogote, uno puede elegir a sus representantes. Aunque más de uno resulte un sinvergüenza; y otros, que nos cuenten milongas y nos prometan lo que no está escrito. Pues bien. Los ciclos electorales tienen mucha más influencia en la actividad real de las instituciones de lo que suelen admitir los políticos. Tras años de recortes y de parón evidente en todo tipo de obras y proyectos, la llegada de la cita con las urnas genera una expansión muy relevante en las cuentas del Estado.
Es cierto que la rebaja en la siempre inquietante prima de riesgo facilita al Estado la disponibilidad de más dinero al pagar menos intereses por su deuda, pero también se hace evidente que los plazos no engañan y que la apertura de nuevas infraestructuras o gastar en inversiones de Dios sabe qué cosas, hay que pagarlas.
Desde que arrancó esta trepidante campaña electoral, muchos han sido los millones prometidos. Se registra un importante incremento en las inversiones hasta el punto de querer situar a la Comunidad gallega como una de las primeras autonomías que recibirán inversiones. Claro que en otras partes se repite el caso. Un éxito que tiene una interpretación sencilla: convertir Galicia en la comunidad de los puentes. Porque el ministerio inversor, el de la señora Pastor, anuncia puentes paralelos en O Pasaxe y Rande; por si fuera poco, el AVE ya está aquí. Y la inmensa mayoría de los gallegos se pregunta qué tienen que ver estas infraestructuras con las elecciones municipales. Y, sobre todo, con las necesidades de sus pueblos.
Pero en el debe de estas inversiones ideadas por el Gobierno central hay que anotar en primer lugar la ausencia total de cualquier iniciativa novedosa. Toca intentar completar lo que estaba en marcha cuando llegó la crisis y lo que es especialmente negativo es que desaparecen proyectos que son necesarios para la inmensa mayoría de los municipios gallegos. Pero no debemos quejarnos, tendremos puentes, AVE y Dios sabe qué más. Así son nuestros políticos.