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La cruzada de los niños

Nada tiene que ver la cruzada olívica de nuestros días contra el señor de la ciudad, con aquella de aventuras y tragedias que nos contaba Llosas.

El barco de los niños es un precioso cuento. En él, Mario Vargas Llosas nos obsequia con la increíble pero verídica historia de un grupo de niños que emprendieron una cruzada en el siglo XII. Fue conocida como ‘La cruzada de los niños’. Claro que aquí no hay más de 30.000 niños que acompañen en la travesía a un regidor que quiere ser santo, no llegar a Tierra Santa. Aquí hay un barrio y muchos colectivos que se oponen a una canonización atea.

Por eso, nada tiene que ver la cruzada olívica de nuestros días contra el señor de la ciudad, con aquella de aventuras y tragedias que nos contaba Vargas Llosas.

El anuncio del alcalde de Vigo, Abel Caballero, de colocar un barco en la rotonda de Coia con el fin de no sé qué arte urbano, no es un simple empecinamiento personal de las ocurrencias del regidor. Se trata, por el contrario, de agudizar la peligrosa estrategia populista que ha puesto en marcha ante la falta de una base de gestión razonada con la que presentarse ante sus convecinos debido al escaso guión de gobierno y su nula aportación para revestir la crisis municipal.

No se puede entender -salvo para los acólitos del señor- ni obviar la variedad y la cantidad de disparates puestos en marcha por Caballero en esta legislatura. Disparates, por cierto, muy arriesgados y que contribuyen a la crispación social.

Si, además, todo se resume, tal y como conocemos, en el mero hecho de querer colocar un barco en una rotonda de la ciudad, qué quieren que les diga.

Cuando ocurre todo lo que está ocurriendo, pocas salidas le quedan a Caballero, que se resiste a entrar en razón, como reclama la oposición y, por supuesto, sus convecinos. Su única aspiración es ganar tiempo para ver si amaina el temporal. Pero ganar tiempo se convierte muchas veces en una forma de perderlo.

Hace bien la oposición en pedir que el barco termine en el Museo Naval, para que Caballero lo pueda ver todos los días y leer ‘La cruzada de los niños’. Porque Caballero, con su barco, ha defraudado las necesidades de la ciudad y la confianza de los ciudadanos.

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