Como no podía ser de otra manera, la crisis económica ha empezado a notarse también en la demografía. Los datos reflejan una caída en Galicia de 5.500 hogares en diez años. En cuanto a la composición de estos hogares -unipersonales, sin hijos, parejas con hijos, monoparentales y otros-, el IGE prevé un aumento de los formados por una pareja sin hijos del 1,2%, la estabilidad de los unipersonales y un descenso en general del resto del 1,3%. Unas cifras que alarman de la crisis demográfica gallega.
Además de causas coyunturales, como la crisis o el parón en la llegada de inmigrantes, los expertos señalan también otros motivos más estructurales relacionados con la pirámide de población. Por ejemplo, las mujeres nacidas en el baby boom de los años 70 del siglo pasado han sobrepasado ya la edad de ser madres o están a punto de hacerlo.
Galicia ha estado en los años recientes en la cola española y europea en natalidad y esa ha sido otra de las razones de la imperiosa necesidad de que llegaran inmigrantes en los años de la expansión económica. Las políticas natalistas, tan frecuentes en otros países, han brillado aquí por su ausencia y la única medida en este sentido que había adoptado el iluminado Gobierno de Zapatero -el ahora tan criticado cheque bebé de los 2.400 euros- va a tener que ser reconsiderada.
Mientras siga el azote de la crisis -con o sin brotes vigorosos-, el problema de la caída demográfica va a estar enmascarado, pero, cuando se produzca la recuperación económica, no habrá más remedio que volver a estimular la natalidad o recurrir de nuevo a la inmigración. Este, además, no es solo un dilema de Galicia y España, sino de toda la vieja Europa.