Quisieron sustituir el puchero por una urna de cristal, para evitar el pucherazo y demostrar su transparencia frente a la casta, como ellos la llaman. Pero, a veces, el cristal es símbolo de fragilidad del objetivo y del proceso. Y cuando esto sucede se suele recurrir a la urna de madera para evitar que penetre la luz de la democracia y de la libertad.
El proceso abierto llevado a cabo por Podemos en Galicia es un auténtico fiasco. En primer lugar porque han querido ser tan abiertos que ni las urnas -de cristal o de madera- estaban a disposición de los potenciales votantes, como ha sucedido en Ferrol. Pero lo de la ciudad departamental no ha sido un caso aislado. Las redes sociales se inundaron este fin de semana de acusaciones a la dirección de Podemos de pucherazo electoral en el proceso de elección de órganos municipales que terminó por consagrar el control del sector de Pablo Iglesias en las principales ciudades.
Cuando hay poca democracia las urnas se hacen de cartón: el garrotazo las ablanda y deforma, pero no destruye el contenido. En esos casos se utiliza mejor el incendio. Aunque muchos ya hablan de pucherazo electrónico, aludiendo a la posibilidad de influir artificialmente sobre los circuitos informáticos que garantizan la contabilidad de los votos.
Esa es la democracia de Podemos. Lo que diga el líder y se acabó. Y encima lo dejan por escrito. Al final, un pucherazo ridículo.
Al margen de procesos más o menos ridículos, el caso es que hoy por hoy, al Podemos de Pablo Iglesias y compañía le basta con dejar que las aguas corran a su favor, convenientemente reflejadas por las encuestas, dejando que la marea de la crisis y, sobre todo, la corrupción vaya subiendo de nivel anegando los camarotes de populares y socialistas.
Pocos como el comodoro Feijóo y el grumete aventajado Besteiro saben tanto de mareas. Pero la pregunta es si esa sabiduría les valdrá para seguir navegando o quedar varados.