Desde las primeras elecciones municipales democráticas de 1979 se ha creado un fenómeno entre nuestros gobernantes: el nepotismo, la endogamia y el enchufismo. Una práctica anómala que consiste en situar a los parientes próximos en puestos clave. No se trata solo de una protección a la familia, sino de asegurarse más capacidad y más perpetuidad en el poder al evitar el acceso a éste de personas que puedan convertirse en enemigas.
Bien entendido que el parentesco no suele ser una garantía de amistad, cuando las circunstancias son desfavorables al protector. Es, sin embargo, una forma vergonzante de la llamada aristocracia política que gobierna en la inmensa mayoría de los municipios.
Un claro ejemplo lo tenemos en Vigo. A falta de las esperadas explicaciones del alcalde Abel Caballero, de momento meten miedo las informaciones que aparecen sobre la contratación de personas vinculadas a miembros del equipo de gobierno y también del partido. Ahora bien, el verdadero problema estriba en que se trata de una práctica generalizada en la sociedad, no solo en áreas del sector público.
Los efectos negativos de estas prácticas son incalculables, pues deja hecho unos zorros el principio de igualdad, y hace que la sociedad se divida entre los que tienen padrinos y los que no, con el añadido de que los que quieren progresar no verán razones para el camino del esfuerzo cuando el atajo es el enchufe.
Viéndolo desde el punto de vista económico, el que en la selección de las personas, ya sea en el Ayuntamiento o en la empresa privada, no se elija al más capacitado para un puesto, da lugar a que un gran volumen del talento agregado se cortocircuite, disipándose esa fuente de energía.
Si echamos un vistazo a la fauna política galaica observaremos que los apellidos del poder se perpetúan, aunque no necesariamente en el mismo partido o ideología. Con ello, el tejido peculiar de esa clase política se fortalece por la endogamia y por la extensión.
Y lo más increíble es que el nepotismo, la endogamia y el enchufismo parece que quedan fuera de la llamada "regeneración democrática".