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El Crepúsculo de los Políticos

Un día bajarán las escaleras de sus palacios creyéndose dioses y el votante se habrá dado cuenta de que el tiempo en blanco y negro ya ha terminado.

Empezar a escribir sobre algo que te rodea es más difícil de lo que sería hablar de algo que solamente puedes ver desde la distancia o desde la butaca de un cine en la oscuridad.

Hablar de los políticos y políticas españoles es igual que observar a Norma Desmond bajar las escaleras de su casa creyendo que está en un gran palacio y que ella es una princesa, mirando a las cámaras y diciéndole a DeMille "mi vida es esto, solo esto, nada más, las luces, las cámaras y la gente que mira en la oscuridad, cuando quiera señor DeMille estoy lista para rodar"

Me pregunto cómo se deben de sentir aquellos que estando rodeados de políticos, han estudiado y se han preparado para sacar una oposición con el propósito de, sin lugar a dudas, servir a los ciudadanos.

Rodearse de políticos es estar cerca de personas que gestionan el dinero de todos y a los cuales elegimos cada cuatro años en unas elecciones que decimos democráticas, desempeñan la labor más importante de un estado, legislan y gestionan. Sin embargo, no se les exige una preparación ni unos estudios ni una moralidad ni una forma de actuar, se les dota de poder por pertenecer a una lista y solo saben usar ese poder para bajar escaleras de palacios como príncipes y princesas. Detrás están los guionistas, los maquilladores, el fotógrafo y algún que otro director que intenta que ese que actúa lo haga a sus órdenes, pero que pocas veces lo consigue, al fin y al cabo, ese ser sin duda luce reluciente endiosado por los que le rodean.

Todo parece idílico, nada hay más bello, la aparición del actor principal en la escena nos hace querer saltar de la butaca y querer ser él o ella, sin lugar a dudas el halo que desprende es el de una divinidad.

Nadie se pregunta nada, más allá de la escena que protagoniza el dios ha habido un asesinato, pero nadie se va a fijar en esa realidad, o sí, o alguien empieza a ver que la obra maestra de la justicia es parecer justo sin serlo.

Por fin los que estamos en la butaca nos damos cuenta, la estrella que lucía resplandeciente ya no existe. El poder de Norma se lo había dado el público que la había convertido en diosa muda en blanco y negro, ahora no miran a Norma, ven a Gloria Swanson, no merecedora de esa luz. La estrella se ha desvanecido. El público quiere estrellas con voces y color no mudas diosas pálidas y envejecidas.

Lo mismo ocurrirá con los políticos, bajarán un día las escaleras de sus palacios creyéndose dioses y el votante se habrá dado cuenta de que el tiempo en blanco y negro ya ha terminado. El crepúsculo de los políticos habrá comenzado.

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