Hace tiempo que el pescado está todo vendido, como suele decirse, y a la incertidumbre sobre el dique flotante para Ferrol se añade en este caso una triste tradición que consiste en la escasísima fiabilidad de nuestros políticos. Ahora que ha pasado el miedo escénico y los interés, queda tiempo para recuperase.
Ya no es el excomisario de la Competencia, el socialista Joaquín Almunia, ni los tecnócratas o burócratas de Bruselas. El problema para la construcción de un dique flotante para Ferrol, tampoco era una cuestión de financiación con fondos públicos o no, como se nos quería hacer ver. Era y es algo más real que todo eso. Era la propia Navantia, la que desde el principio no apostó por esta infraestructura para intentar recuperar el maltrecho sector naval de Ferrolterra.
El grupo de astilleros públicos, que está bajo el paraguas de la SEPI y del Ministerio de Defensa, considera que el mercado de reparaciones tiene un crecimiento "limitado" y, además, Asia y Oriente Medio se llevan más del 80%.
Una explicación "razonable" o “cuestionable” -sobre verdades o engaños-, porque llega a destiempo y porque los directivos del grupo naval público, además de tenerla oculta, no son capaces de encontrar mercado para los astilleros. Pero ahí están, y ahí siguen. Y con buenos sueldos.
La Xunta, y más concretamente su conselleiro de Industria, en vez de claudicar y hablar de diversificación, ya sabe a quién y a dónde dirigirse si es que realmente apuestan por un dique flotante para Ferrol. Algo que habían prometido en plena campaña electoral.
El problema es que todo el pescado está vendido, y lo peor, que en Santiago no saben quién es el comprador ni el vendedor.