La convicción de que es precisa una actuación urgente para regenerar el ejercicio de la política lo tenemos si analizamos el fenómeno de la Diputación de Pontevedra y las medidas que deberían tomarse para combatirlo. El ente que preside Rafael Louzán estaría, según la legislación mercantil, en quiebra técnica o en concurso de acreedores. De los 146 millones de euros de presupuesto para este ejercicio, tiene un déficit del 47%. Algo que se observa con tan solo analizar cuatro de los capítulos de gastos -sin tocar el de personal-, por un importe total de 113,9 millones de euros, cantidad a la que se sumaría el reciente crédito bancario de 72 millones de euros.
Hace poco informábamos sobre el grado avanzado de dejadez y deterioro en el que se encuentra la Diputación de Pontevedra, sobre todo en lo que a la transparencia de sus cuentas se refiere. El escándalo de las obras del estadio de Pasarón, todavía sin aclarar, ha llevado al ente que preside Rafael Louzán a pagar un sobrecoste del 148% -al pasar de los 7,2 millones de euros del proyecto inicial a los 17,9 actuales-, lo que supone un 35% de la inversión en municipios para este año.
Aventuras y despilfarro
Pero las aventuras y los despilfarros de Louzán no paran ahí. Ahora, después de encargar un estudio al equipo técnico de la Diputación, pretende participar en la renovación del estadio de Balaídos. Unas obras que supondrían un desembolso de 25 millones de euros, de los que el ente provincial aportaría, en principio, 8 millones. El resto sería repartido a parte iguales por el Concello de Vigo, el Consorcio Zona Franca y el propio club.
El caso es que la política de Louzán está llevando a la Diputación de Pontevedra hacia una quiebra técnica. Algo que se puede comprobar con tan solo observar las partidas destinadas a cuatro áreas de gastos e inversiones para este año: municipios, 93,4 millones; plan de empleo, 3,2 millones; obras e instalaciones deportivas, 4,9 millones y plan de carreteras, 12,4 millones de euros. En total suman 113,9 millones de euros, lo que representa un 78% del presupuesto para 2014, que es de 146 millones de euros.
El déficit generado y la mala gestión por los despilfarros y, a veces, por el amiguismo, no hacen ruborizar a un Louzán que se crece y se reinventa para endeudar más el ente para el que fue elegido presidente.
Maquillaje y ‘lavado’ de la deuda
Siendo la Diputación gallega más endeuda, Louzán aprovechó la la primera ocasión que se le brindó para hacer una operación de maquillaje y ‘lavado’ de la deuda del ente. Firmó un crédito de 72 millones de euros, con lo que la deuda quedaba a cero. Pero en las cuentas contables son lo que son, y esos 72 millones figuran como deuda o déficit; es decir, representan un 49% del presupuesto para este ejercicio. Y habrá que seguir pagándola durante bastantes años.
Además, a los pagos pendientes por las escandalosas obras de Pasarón, aún sin terminar y que actualmente ascienden a 17,9 millones de euros, habría que sumar los hipotéticos 8 millones destinados a Balaídos. Una cifra que se aproximaría al 20% de las cuentas de la Diputación para 2014.
Sin entrar en el capítulo de personal -el más costoso- y otros de gastos menores, la Diputación de Pontevedra presenta un déficit del 47%, casi la mitad de su presupuesto para este año.
Dicho de otra forma, el 78% de los gastos en los cuatro capítulos señalados anteriormente, más el 20% de despilfarro en los campos de fútbol y el 49% de la deuda contraída con una entidad bancaria, la Diputación pontevedresa que preside Rafael Louzán tiene un déficit de casi la mitad del presupuesto aprobado para este ejercicio.
Estos datos son escalofriantes. A Louzán y a su equipo no les importan. Pero si el ente provincial fuera una empresa privada, y de acuerdo con la legislación mercantil, estaría en quiebra técnica o en concurso de acreedores.