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Irresponsabilidad

No es darle la razón al PP, porque no la tiene. La preocupación de PSOE y BNG no es Santiago, son unas urnas que los castigan.

Relacionar a los políticos gallegos con la picaresca es ya un tópico tan recurrente como vincular esta tierra con la gaita y el marisco. Porque la picaresca se ha convertido en el recurso de ciertos partidos para sobrevivir a sus problemas internos, que son muchos.

Que los comportamientos egoístas y poco éticos forman parte de la vida social es difícil de discutir. Pero también lo es que algún tipo de delito tiene mayores responsabilidades de proliferar en escenarios concretos. Y la proliferación de delitos en los últimos tiempos obliga a plantarse en qué medida estos hechos están asociados a determinados políticos. No hablamos en este caso de corrupción, cohecho o prevaricación. Sino de irresponsabilidad e ineptitud, que es más grave.

Asustados ente la imagen exterior que están dando, y preocupados por sus conflictos internos, PSOE y BNG pretenden ahora detener con un recurso el proceso para la formación de un nuevo equipo de gobierno atípico en Santiago, que contará con siete ediles no electos. Pero intentar que se ponga fin a un vergonzante deterioro político con estos amagos de amenazas judiciales que, aunque legítimas, solo ellos creen en su eficacia, es una gran irresponsabilidad.

La preocupación de socialistas y nacionalistas no es el gobierno compostelano. La preocupación de PSOE y BNG tiene su origen en que las urnas los vienen castigando elecciones tras elecciones. A partir de ahí es cuando se mueven en distintas dimensiones éticas.

No es darle la razón al PP, porque no la tiene, y porque lo ha hecho rematadamente mal. Y suponemos que tendrá que pagar algún precio político por ello. De lo que se trata es de poner fin a la tragicomedia escenificada día a día en la capital gallega.

Por eso, el problema mayor de esta tierra no es la corrupción -ni los caciques ni las malas compañías, que también-, sino la ineptitud y la irresponsabilidad de unos partidos que anteponen sus intereses particulares a los de la ciudadanía.

Triste marca de país, en el que la picaresca esconde la ineptidud e irresponsabilidad, que se ponen a la altura de la corrupción.

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