Todo tiene un límite. Y más en estos tiempos de crisis. Pero hay personajes que, sin hoja de ruta justificada, fueron aupados a líderes políticos y que aprovechan los malos tiempos para hacer su agosto ‘político’, claro. No piensan, gastan -malgastan en grandes campañas- lo que no es suyo. Hay dos cosas que dominan el mundo: el poder y el dinero. En la mayoría de las ocasiones, solo con una se consigue la otra. Dinero y poder. Ambas cuestiones es lo que se ventila en los escándalos que últimamente están aflorando. Ya estamos cansados de dar cuenta de los despilfarros y presuntas prevaricaciones que se están cometiendo y que salpican a un buen número de ayuntamientos gallegos. Por no decir a casi todos. Curiosamente, el mismo concello, la misma corporación, del que el señor Besteiro -presidente de la Diputación de Lugo y flamante líder del PSdeG- forma parte y es concejal desde hace muchos años.
Pero no importa. Don José Ramón sigue pidiendo créditos -que el Estado concede- para que su equipo de confianza no pase estrecheces. Incluso para que pueda irse de vacaciones; en buena compañía, claro. Eso sí, también para pagar a grandes o pequeños grupos mediáticos. Porque el poder se consigue con dinero. Sí, con el dinero de todos los contribuyentes.
Ya saben, un político no se hace; un político se crea a través de las campañas mediáticas. Y, claro, en las campañas hay que invertir muchos miles de euros, ¡ya me entienden!
Casualidad o no, lo cierto es que, justo en estos momentos de inmensa confusión hacia todo lo político, el presidente de la Diputación de Lugo y líder socialista ha sacado de la chistera lo que él llama "cláusulas sociales" con las empresas que contrate. Es decir, el señor Besteiro avisa de que el incumplimiento de las obligaciones marcadas tendrá "consecuencias" en forma de penalización.
Pero lo que no hace el señor Besteiro es ordenar abrir una investigación para depurar posibles responsabilidades de sus correligionarios -que son muchos- implicados en los numerosos escándalos de corrupción municipal. Por ejemplo, en el mismo Ayuntamiento de Lugo donde se ha abierto la espita de las tramas de corruptos en Galicia. En ese municipio en el que el presidente de la Diputación lucense es un veterano concejal.
Fallido el intento descabellado de aquella propuesta pública a Feijóo de "apartar" a los políticos de las comisiones de adjudicaciones de concursos a empresas, don José Ramón pretende crear un "falso" código ético sobre "cláusulas sociales". Claro que ya nos hemos dado cuenta que la proximidad de las elecciones y de los movimientos que han comenzado a producirse en el seno de su partido -su reciente liderazgo al frente del PSdG no está lo suficientemente consolidado-, son ahora un factor determinante para dar celeridad a un despilfarro mediático en el que Besteiro está invirtiendo muchísimo dinero de los contribuyentes. Para esto último, creemos que don José Ramón también debería de aprobar un código ético. Al menos, el suyo.