Hoy si que podemos hablar de buen tiempo después de estas lluvias tan tan esperadas en España que atraviesa la sequía más dura desde 1961. Mucho tiene que llover, y las predicciones no apuntan en ese sentido para recuperar ese 12% de déficit de precipitaciones que acumula este 2023 especialmente seco y caluroso que tanto ha trastocado los cultivos.
En estos días si hay un comentario repetido insistentemente cada vez que uno se acerca a hacer la compra es el increíble precio de los alimentos, especialmente los frescos. Y es que este año el IPC de los alimentos sigue por encima del 10% y el general podría llegar a final de año al 5%.
Y lógicamente la crisis energética, la subida de los costes de producción por el contexto geoestratégico tienen su peso, pero lo que más impulsa los precios al alza en los productos más inflacionarios es el cambio climático y los costes normativos. El hecho de que no se haya podido regar en muchas cuencas hidrográficas ha mermado los cultivos, en Andalucía el arroz ni se cultivo y en Valencia casi casi tienen una cosecha testimonial, eso mismo ha pasado con cereales, remolachas, frutas y hortalizas, la propia vendimia y veremos a ver el olivar si lograr engordar la aceituna donde esté lloviendo bien y el viento no tire el fruto.
De ahí, por la ley de la oferta y la demanda muchos de los elevados precios.
Y más que van a subir si en la Unión Europea se empeñan en seguir pintándose de verde a costa del sector primario. Y cuando hablamos de la UE tenemos que hablar del Gobierno de España que pese a haber defendido en Bruselas el mantenimiento del uso del fitosanitario glifosato ahora amagan en España con prohibido presionados por los ecologistas. Como siempre sin base científica que avale esa retirada del mercado y sin que la prohibición afecte a los productos en los que si se usa fuera del mercado comunitario que acabaremos comiendo igualmente.
Menos cultivo, más precio. O esos sobrecostes que supondrá la revisión de la normativa de bienestar animal que en el caso de la carne de pollo hará que se triplique su precio de los 3,25 euros el kilo a los 9,75 euros. La adaptación a la nueva normativa para granjas de tamaño medio supondría un coste adicional para los ganaderos cercano al millón de euros en avicultura de carne, por encima de los 500.000 euros en porcino y abocaría prácticamente al cierre al 95% de las granjas cunícolas. Eso sí, que verdes seremos los europeos.
O como les decíamos la semana pasada ley de envases de la UE costará más de 23.000 millones a supermercados y hosteleros que acabaremos pagando de una manera u otra los consumidores. Así que no esperen que la alimentos sean más asequibles para todos porque el camino en el que nos han puesto es precisamente el contrario.
Y esto no crean que solo nos pasa a los españoles, la situación es general para todos los países de la UE y como los precios en origen son los que menos reflejan esa tendencia inflacionistas los franceses, como siempre, vuelcan su rabia contra nuestras producciones que, entre otras cosas llega antes a su mercado que la gala y eso les escuece.
Esta semana hemos revivido situaciones de muchos años atrás. Unos 500 viticultores franceses de los departamentos de Aude y de los Pirineos Orientales bloquearon el paso fronterizo con España de Le Perthus para exigir el fin de las importaciones y saquearon varios camiones españoles.
Los manifestantes, que quemaron neumáticos en el peaje de la autopista filtraron los vehículos que entraban desde España y saquearon, primero un camión con tomates, y luego otro de vino y un tercero de cava. Ante la mirada pasiva de los gendarmes. Todo el sector nacional, y sorprendentemente hasta el Gobierno ha condenado los ataques y hasta el Parlamento Europeo ha llegado la protesta que quedarán en otra anécdota porque a perro flaco todos son pulgas y contra el gran francés no se atreven últimamente ni los alemanes. Y si no miren como ya si que es oficial que la energía nuclear es verde y limpia.
Dicho esto vamos a disfrutar de este otoño pasado por agua celebrando la fiesta de la trashumancia, que este domingo vuelve a Madrid, como lleva haciendo el Concejo de la Mesta desde el siglo 13 que por 2000 maravedíes atraviesa Madrid tomando para las ovejas merinas las antiguas cañadas y veredas en su retorno al invierno extremeño.
Y para no dejar de celebrar un producto que cumple 175 años y que muchos de ustedes recordarán y evocarán como de toda la vida, las mantequerías Arias. Fundada en 1848 en el pequeño pueblo asturiano de Corias de Pravia, y que ha apostado desde sus inicios por sus orígenes, el sabor y la calidad como valores diferenciales.
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