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En Clave Rural: Tenerife sigue sufriendo el impacto de los incendios

María Santos comenta toda la actualidad del campo.

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

Casi casi sin darnos cuenta hemos pasado el ecuador de este tórrido agosto que en estos momentos se encuentra en la mayor parte de nuestro territorio rural o de resaca de las fiestas patronales o a punto de festejarlas, coincidiendo, no solo con la vuelta de los hijos pródigos del pueblo sino de los urbanitas que visitamos como si museo etnográficos se tratara la vida fuera de las ciudades. Un acercamiento a esos animales que mugen, balan, ladran, berrean, huelen, a esos sonidos de campanarios y bandos municipales cantados por megafonía y a esas personas que tratan de sobrevivir en un medio cada vez más hostil sorprendidos de esos inventos recientes como las ciudades inteligentes, esas que dicen
de los quince minutos. Lo que viene siendo un pueblo si pudiera gozar de todos los servicios a los que como ciudadano tiene derecho.

Un mundo rural que, no solo custodia y conservas las tradiciones y la cultura popular, con estas fiestas patronales como máxima expresión, sino que lo hace con el paisaje y el territorio que habita. Ese mismo paisaje que nos deleita cuando salimos de las urbes. Un paisaje hiper-protegido y expuesto, al mismo tiempo, a uno de los mayores peligros que le acechan: El fuego.

Después de un año 2022 absolutamente devastador en España, que vio calcinar 310.000 hectáreas en el peor año de la historia en incendios forestales, por cierto el 63% de los investigados fueron originados por negligencias, según el balance de la Fiscalía; este 2023 las cifras, siempre escandalosas se han comedido pese a que hay quien dice que estos incendios modernos no son como los de antes sino que, estando ya en la sexta generación, fuera del alcance de lo humanamente extinguible y que entramos en la nueva era del piroceno, una época en la que el ser humano ha perdido el control de ese elemento natural esencial para la propia regeneración de la naturaleza, cuando no son provocados.

Ayer viernes se celebró como cada 18 de agosto el Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales. Una fecha que se instituyó con el fin de informar a las personas acerca de las graves consecuencias que pueden tener para la gente y el medio ambiente este tipo de eventos. Cada año, los incendios forestales destruyen aproximadamente diez millones de hectáreas de bosques en el mundo.

Lamentablemente este año es Canarias, concretamente Tenerife quien está sufriendo con gran virulencia el impacto del fuego. Desde el martes pasado son ya más de 4.000 las hectáreas arrasadas en un perímetro de 41 kilómetros cuadrados en la isla, en el peor incendio de los últimos 40 años que ha obligado a desalojar varios municipios. No sólo ha provocado la evacuación y el confinamiento de unas 7.600 personas, también ha afectado a los animales. Por el momento, ya se han evacuado 200 perros de una protectora, 230 cabras de cuatro ganaderías y unas mil gallinas, entre otro ganado. Para homenajear a todas las personas que participan en los operativos de extinción de incendios forestales y hacer hincapié en la concienciación ciudadana nos vamos a acercar hasta el puesto de mando avanzado para conocer de primera mano la evolución del desastre.

Para desastre, y perdónenme la referencia al panorama político nacional, o multinacional, o como vayan a querer llamara a esta nueva normalidad a golpe de traductor, la legislatura que se nos avecina. Y lo digo pensando en nuestro campo que este "nuevo progresismo de despacho" está abocado a la extinción. A ver cuando amnistían al este sector que nos alimenta por todas esas emisiones de vacas, cerdos, ovejas, cabras, regadíos y buques de pesca, que cambian el clima al planeta.

En fin, vayan haciendo acopio de carnes frescas e inviertan en arcones congeladores que en breve pasaremos a restringir su consumo a un día a la semana si toca, menos mal que siempre nos quedarán los alimentos sintéticos y los insectos, lo natural por delante. Y es que con estas políticas neo progresistas, aplicadas solo a lo rural y al sector primario camuflan o colorean de verde las políticas realmente contaminantes y podría enumerar unas cuantas pero salen de nuestra competencia así que nos quedaremos con esa hiperregulación de los espacios naturales cada vez más expuestos a nuevos riesgos climáticos por falta de gestión del territorio y por el abandono de las políticas de reforestación. Y hecho el apunte, estando de fiestas patronales no hay nada que más guste que un festejo taurino. El "florecimiento total" de los festejos taurinos tras superar la pandemia está dando alas a los criadores del toro de lidia, que ven con esperanza este resurgir de las corridas a pesar de que siguen en números rojos, como otros sectores ganaderos, debido al encarecimiento de los insumos.


Y una vez abiertos los chiqueros, vamos a tantear ese mercado de la sandía y el melón, en plena temporada castellano manchega que atraviesa una coyuntura de exceso de oferta y bajos precios que amenazan la rentabilidad, como siempre, de los productores. Y es que como siempre les explico lo del efecto mariposa se palpa en el sector agroalimentario cada día, las bajas temperaturas en el centro y norte de Europa, quien las pillara, ha reducido el volumen de melones y sandías exportados y de ahí la sobreoferta en el mercado nacional y la caída de precios. Que debe ser de lo poco que baje porque mientras los precios han subido de media en España un 54,4% en las últimas dos décadas, los alimentos han registrado en el mismo periodo un encarecimiento del 79,3%, una subida de precios que se ha agudizado desde la recuperación posterior a la pandemia y el estallido de la guerra de Ucrania. De hecho, los precios de los alimentos en España son hoy un 30,8% más caros que en el julio anterior al covid, el de 2019, y las perspectivas son alcistas en el corto y medio plazo. Vamos, que hasta el salmorejo y el gazpacho salen este año un 50% más caros que en 2021, y aún así el consumo de gazpacho y salmorejo preparados aumenta un 10,1% en 2023, con una facturación de 178,96 millones de euros.

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