Esta semana, en Economía Para Quedarte Sin Amigos, tratamos un tema que parece que está un poco al margen de la economía. Pero sólo un poco. Porque lo que hay detrás es mucha ideología. Pero, también hay dinero, mucho dinero. Hablamos del deporte trans y de todas las polémicas que están surgiendo a raíz de las nuevas leyes de género. Porque si alguien es mujer sólo con afirmar que lo es, ¿por qué le vamos a vetar el acceso a la categoría femenina?
El problema es que un hombre que transiciona a mujer mantendrá muchas de las ventajas físicas que tenía como hombre. Con tratamiento y sin tratamiento. Porque ahí tenemos otra pregunta: si no es necesario hormonarse ni realizar ningún tipo de cambio físico para que el Registro Civil te reconozca el cambio de género, ¿por qué va a ser necesario para inscribirse en una competición deportiva? E incluso en ese caso, de intervención quirúrgica o farmacéutica, todos los estudios advierten de que aquel que nació con un físico masculino mantendrá determinadas características que le suponen una ventaja respecto a sus rivales.
Para hablar de estos temas, Nuria Richart y Domingo Soriano tendrán como invitada a Irene Aguiar, abogada especialista en derecho deportivo en el despacho @SportMusicLaw. Con su ayuda intentarán responder a muchas preguntas peliagudas, no siempre sencillas de afrontar y que, además, en el actual ambiente de corrección política en el que nos movemos casi no pueden ni plantearse.
De esta manera, lo primero es analizar qué tiene que hacer ahora un deportista trans (que transiciona de hombre a mujer) para competir en categoría femenina. Y puede haber una disparidad entre lo que establecen las normas deportivas de las federaciones y lo que dice la Ley nacional. ¿Qué pueden hacer sus rivales ante alguien que les supera físicamente? ¿Veremos esto en cualquier deporte? ¿Incluso en los de contacto? ¿En cualquier categoría? Sabemos que la Federación Internacional de Atletismo hace unas semanas ha prohibido que las mujeres trans compitan en sus campeonatos: ¿alguien en el Gobierno se ha posicionado? ¿Es esto coherente? ¿Vamos a permitir que en España se discrimine (y para nuestros ministros es una discriminación) a una persona por el mero hecho de ser trans? ¿Qué dirán los tribunales cuando lleguen las demandas?
Y aquí aparece el punto que nadie parece decidido a enfrentar, pero que es un gran elefante en la habitación que en cualquier momento será imposible evitar: ¿qué pasará el día que un hombre que se declare trans se inscriba en las clasificatorias de los grandes campeonatos de golf, tenis o ciclismo? Porque ahí hablamos de premios multimillonarios, que es muy jugoso intentar ganar. Hay dos opciones: (i) prohibírselo, pero entonces se corre el riesgo de recibir una demanda por discriminación; y sería una demanda que podría ganar porque, si atendemos a la letra de las leyes de género que están aprobando los países occidentales, sería discriminación; (ii) permitirle la inscripción; y entonces lo que tendríamos es la destrucción del deporte femenino. ¿Ocurrirá? Nuestra apuesta es que sí porque, de nuevo volvemos a la economía, los incentivos son demasiado poderosos para que alguien no intente aprovecharse de ellos.
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