Del castillo de Naraío, monumento referente de este municipio, encaramado a un promontorio rocoso junto al río Castro, apenas sobrevive la torre con un aljibe de enormes dimensiones en su interior. Su historial ruinoso viene de lejos: en 1431 se desató aquí la revuelta irmandiña contra los Andrade, repetida entre 1466 y 1469 con la consiguiente destrucción de la fortaleza, nuevamente levantada por los vasallos tras ser derrotados.
El abandono definitivo llegó en el siglo XVII, cuando comenzó el uso de sus piedras para las edificaciones de los alrededores. Cerca se conserva desde el siglo XIV el Ponte da Ferraría, de un único ojo gótico. Sobre el solar que antaño ocuparon la iglesia y el hospital de los caballeros de la Orden Templaria se erigieron en el siglo XVI la iglesia y el convento de Santa María del Rosario, cuyas obras se remataron en 1755 después de mezclar estilos.
Es imprescindible el claustro de 28 arcos, siete por cada lado, los cuales rodean desde 2014 una réplica del Sagrado Corazón de Jesús del madrileño Cerro de los Ángeles. Elementos interesantes en este conjunto son la escalera de toelo (roca exclusiva de esta comarca gallega) que comunica la sacristía con el primer corredor del claustro, el cruceiro y el hórreo, así como la fuente a la que se llega al bajar los 50 peldaños de una escalinata en cinco tramos. Pocos restos románicos perviven en Santa María de Naraío, del siglo XI pero culminada en el XVIII, al lado de la cual brota el agua de una llamativa fuente con gran escultura de San Roque.
El único testimonio que recuerda la existencia del marquesado de San Sadurniño, establecido hace más de tres centurias, es el majestuoso Pazo da Marquesa, que desde el año 2014, tras su restauración, es la Casa Consistorial. A finales del siglo XIX y principios del XX se convirtió en punto de encuentro de personalidades de la cultura y la política por la vinculación que tenía María Natividad Quirós Villarroel (séptima poseedora de ese título nobiliario) con la monarquía, hasta el extremo de que el propio rey Alfonso XIII pasó por él en tres ocasiones.
Actualmente pueden contemplarse su torre almenada, un patio con columnata sobre la que se sostiene una galería acristalada y los jardines, cuyo diseño se realizó siguiendo la moda modernista: con estanques, esculturas, cisnes y pavos reales, grandes maceteros, bancos, azulejos… Desde aquí se puede continuar a lo largo de dos kilómetros por el paseo a orillas del río Xubia, donde se han habilitado zonas aptas para el baño.
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