Entre un océano y un río, tierras fértiles que producen uno de los vinos gallegos más afamados, O Rosal, el lugar en el que el Atlántico recibe al Miño. Pueblo eminentemente agrícola y ganadero, con grandes extensiones de viñas, el paisaje de O Rosal invita a la ensoñación, con ese aire misterioso que la bruma y la vegetación exuberante le otorgan a su valle.
El último tramo del río Miño, entre pinos y viñedos, nos conduce al mirador de Niño do corvo, desde el que podrá contemplar como el Atlántico recibe al Miño. Te sorprenderás con los molinos que parecen colgados de la montaña haciendo escalones. Hasta 57 podrás encontrar en los conocidos como molinos de O Folón y O Picón. Sus más de 50 cruceiros nos conducen por caminos tranquilos y acogedores por donde es una delicia pasear.
En el casco urbano de O Rosal no dejes de visitar su Ayuntamiento, situado en un antiguo pazo del siglo XVIII y la bonita iglesia neoclásica de Santa Mariña. En sus cuatro kilómetros de costa bañada por el Atlántico hay hermosas playas como las de Eiras, Tabagón y San Miguel, o la playa de río Tamuxe situada en una zona natural protegida.
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