El peor enemigo de un inversor es... el mismo inversor. Todos (o casi todos) nos sabemos las reglas. Las hemos leído y escuchado un montón de veces. Los periodistas o profesores, incluso, hemos escrito sobre ellas. Y sin embargo, cuando llegan los momentos complicados, ¡¡qué difícil es atenerse a ellas!!
Sobre eso hablaremos esta semana con Ana García Justes, del equipo de relación con inversores de Cobas AM. En su gestora, como en cualquier otra, está acostumbrados a tener que tranquilizar a los partícipes que, en días de mucho movimiento, no saben a qué atenerse: si seguir su instinto o mantenerse firmes en lo que pensaron cuando la cosa estaba más tranquila.
El verano puede ser un buen momento para reflexionar sobre cómo lo hicimos el curso pasado y cómo nos planteamos el que vendrá. Ya hemos hablado de sesgos de la inversión en el pasado y no está de más repasar esos conceptos que no por conocidos dejan de ser necesarios. ¿De qué sesgos hablaremos en el Tu Dinero Nunca Duerme de esta semana?
- Sesgo de comparación: esa trampa de nuestra mente, a la que le gusta ponerlo todo en relación a otras cosas. Por ejemplo, cuando miramos una empresa, nos encanta relacionarla con otra que analizamos en el pasado... aunque pueden que no tengan demasiado en común más allá de cuestiones superficiales.
- Efecto manada y cámara de eco: nos gusta que nos arrastren las mayorías y nos gusta rodearnos de aquellos que piensan igual que nosotros, para así sentir que somos la mayoría. Lo que ocurre es que en los mercados las mayorías no siempre ganan. De hecho, muchas veces son las que más se equivocan, precisamente porque el ser tantos les da una confianza que les hace perder la prudencia.
- Anclaje: nos encantan las cifras. Y todavía más aquellas a las que damos valor. Por eso, nos cuesta tanto vender una acción que compramos más cara de lo que ahora se encuentra. Porque supone reconocer pérdidas y no queremos. Hasta que no llegue a una cifra que hemos decidido (en muchas ocasiones, el precio al que compramos) no vendemos. Pero esto no tiene sentido. Si cometimos el error en el pasado, no vender porque no hemos recuperado la inversión es reincidir en el error (si es que pensamos que la empresa no merece la pena al precio actual). Además, el anclaje también funciona cuando las cosas van bien. Y también a veces nos hace cometer errores en esos momentos: por ejemplo, cuando decimos "vendo porque he ganado un 20%". Que es una buena cifra, pero si pensamos que la empresa es todavía mejor... puede ser una manera sin mucho sentido de limitar nuestras potenciales ganancias.
De estos y otros sesgos hablaremos largo y tendido. Porque el principal sesgos de todos, quizás el más peligroso, es el de aquel que los conoce todos y piensa que precisamente por eso está a salvo de caer en ellos. Nosotros, en Tu Dinero Nunca Duerme, sabemos perfectamente que no es nuestro caso. Podemos tener un programa semanal sobre este tema e incluso así, fallaremos. Lo que intentamos es minimizar los errores y seguir aprendiendo.
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