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"Si el Camino de Santiago quieres hacer, que sepas que a Padrón con la Pedronía tienes que volver", así de tajante es el dicho sobre la localidad cuna de la leyenda Jacobea.

Este lugar donde Camilo José Cela nació, Rosalía de Castro falleció, la gastronomía se disfruta entre pimientos, tortilla (ojalá regrese la fiesta de la Tortilla de Carcacía, considerada la tortilla más grande del mundo) y lamprea del Ulla y por si fuera poco tenemos el santuario mariano más antiguo del mundo, la excolegiata de Iria Flavia.

Una villa, la de Iria Flavia, donde unos personajes pican y otros no, como peregrinos que rozan las piedras de sus iglesias, la de Santiago, la de San Antonio y la de Santa María de Herbón; que beben del agua de sus fuentes –la Santa y la del Convento del Carmen–, que sueñan con la liberación en el santuario de la Esclavitud, pidiéndole a los ríos Sar y Ulla que no inunden las tierras y que fertilicen sus campos como exuberante está el Jardín Botánico de Padrón.

Pazos de Padrón como el de Quito, tierras como la de Herbón, donde los franciscanos, que trajeron de las américas un manjar culinario, el pimiento pequeñito, que no alimentó a Santiago pero que sí sustenta la tradición jacobea de la villa, al que antes un emperador romano, Tito Vespiano, concedió la dignidad de municipio.

Al fondo del paseo del Espolón presidiendo la iglesia de Santiago, como símbolo de la villa, un ‘pedrón’ o ara romana dedicada a Neptuno; el del Monte, el Santiaguiño que en su ermita recibe a los romeros que bailan muñeiras en su honor cada 25 de julio, sin escurrirse siquiera la lamprea, ese vampiro pez correoso, feo, pero de paladar exquisito.