Al llegar a Larouco avanzando en las obras de la Vía Nova entre Astorga y Braga, los romanos se encontraron con un molesto inconveniente. El paisaje de vertiginosas pendientes y valles conquistados por los ríos puso a prueba la pericia de los ingenieros una vez más, pero con el paso de los milenios la obra que acometieron se ha convertido en el símbolo de este ayuntamiento.
Hoy que la calzada ha sido sustituida, casi con el mismo trazado, por la carretera que lleva a Trives, los conocidos como Codos de Larouco son la serpiente sinuosa que salva valles y atraviesa montañas a media ladera ofreciendo un espectáculo único.
La vía cruza el río Bibei, afluente que cabalga intrépido hacia el Sil, a través de un puente que resiste desde la romanización. En el citado pueblo de Seadur está una de las iglesias más interesantes del municipio, junto a la parroquial del propio Larouco, Santa María, de origen románico y fachada barroca, que perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén y tenía vinculada una abadía. También en el extremo donde Larouco se aproxima a Petín, el municipio está bañado por el Embalse de San Martiño, cuya riqueza natural y ornitológica comparte con otros municipios vecinos.
La impresionante naturaleza de altura y las espléndidas vistas que se tienden a sus pies han convertido este lugar en un referente para la práctica del parapente.
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