En este episodio del podcast de historia de Libertad Digital, Desmemoria Histórica, abordamos el lamentable capítulo bélico, por el número tan elevador de víctimas, y ocultado, las autoridades españolas dieron carpetazo a la investigación, del Desastre de Annual.
Viajamos al noroeste de África, entre Melilla y la bahía de Alhucemas. Un viaje en el tiempo, nos vamos a 1921 para rendir tributo a los más de 10.000 españoles, muy jóvenes, que en apenas 3 meses perdieron la vida en la llamada Guerra del Rif. Esta masacre se debió a una suma de corrupción de los altos mandos, chantaje, cobardía, indecisión, errores tácticos y la traición de los aliados rifeños. Un verano, sin duda, fatal.
No tardamos en divisar los restos del naufragio después de una extenuante marcha camino de Annual. Estaban esparcidos por las laderas Grus ceniza de Izumar. El naufragio de un ejército hundido en el desfiladero. No había donde posar los ojos sin que el sabor agrio de la muerte los hiriese. Al fondo del barranco, momias oscuras. Momias de carros, autos ligeros, ruedas, arbolas, maletas, ametralladoras...
El escritor y periodista Alfonso Basallo acaba de publicar El Prisionero de Annual (Planeta, 2021), la gesta del sargento Francisco Basallo y los cautivos de Abdel el-Krim contada cien años después.
El autor reúne en un relato vivo y sobrecogedor, narrado en primera persona, las memorias de su abuelo y aporta nuevos datos fruto de una investigación de más de 20 años.
Con 28 años en ese momento, su abuelo defendió el campamento español de Dar Quebdani, cayó prisionero y sobrevivió al cautiverio trabajando en la enfermería. Cuenta cómo fue su día a día en unas precarísimas condiciones junto a algunos de los protagonistas del Annual, un infierno en vida: sin apenas comida, agua y rodeados de enfermedades.
A la sensación de fracaso e impotencia por la suerte de las mujeres se sumaron las penalidades. El verano de 1922 fue un infierno para nosotros, y no solo por los cuarenta grados que soportábamos durante el día. Sometieron a los soldados a duros trabajos, acarreando piedra para construir casas y levantar fortificaciones, y estuvieron a la orden del día las vejaciones y los apaleamientos con fútiles pretextos.
Una historia de contrastes:
En el Rif, todos lo sabíamos y callábamos. Veníamos a oficiales indignos darse la gran vida y tener negocios paralelos que les reportaban grandes beneficios. Y junto a ellos, otros eran íntegros y subsistían con el exiguo sueldo, y no permitían la menor corruptela entre sus subordinados.
Citado por Ramón del Valle-Inclán en Luces de Bohemia el sargento Francisco Basallo se convirtió en uno de los héroes más populares de la España de los años veinte.
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